Sylvia y Ted |
"Tan pronto como divisé aquel pueblecito después de una hora de viajar en autobús a través de montes desiertos de arena roja, huertos de olivos y matorrales, todo tan típico, y vi aquel mar azul centelleante, la limpia curva de sus playas, sus inmaculadas casas y calles, sentí instintivamente, igual que Ted, que ese era nuestro lugar"...
Se lo contaba Sylvia Plath a su madre en Cartas a mi madre y parece que su impresión no se cumplió porque, si atendemos a lo que dice después, ni las calles ni las casas fueron tan inmaculadas, ni aquello fue su lugar.
Sylvia y Ted llegaron a Benidorm en el verano de 1956 en su viaje de luna de miel. Se instalaron en un piso con vistas al mar, propiedad de la viuda Mangada. Después se trasladaron a una casa más retirada.
Acerca del piso de la viuda, Sylvia escribe en sus Diarios:
"Nuestra nueva casa es magnífica. No dejamos de maravillarnos de haberla alquilado para el verano por el mismo precio que la viuda Mangada nos cobraba por su ruidosa habitacioncita, baño sucio que no funcionaba bien, cocina infestada de hormigas (todo compartido con "les autres", unos españoles cochinos) y terrazas supuestamente con vistas al mar (más bien a las multitudes de mirones ruidosos que ocupan el paseo), que resultó ser su característica más desagradable en lugar de la mejor".
Se trasladaron a la casa en la que pasaron el resto del verano (estuvieron dos meses y medio en Benidorm) donde la poeta (nunca poetisa, por favor, poeta él, poeta ella, sin devaluaciones de la RAE) creía que iba a ser feliz. Pero no parece que lo fuera mucho. Primero acometieron una serie de reformas como la de instalar un retrete, un lavabo y una ducha, o sea, albañiles... A continuación dice que "todo marcha estupendamente. Estoy convencida de que va a ser la fuente, durante las diez semanas próximas, de un vivir y escribir llenos de creatividad".
El 23 de julio escribe: "Sola, profundizando. Sintiendo que las percepciones se ahondan en el fuerte olor de los geranios, la luna llena y la suavización del dolor, muy lejos de las tempestades superficiales, de quejas y alboroto. El dolor que penetra, que corta con la limpieza de una navaja de afeitar, y el acumularse de la sangre oscura"... "La discordia crece en la piel y la hace dura al tacto"... "Sentada en camisón y suéter en el comedor contemplando la luna llena, hablando con ella, con la discordia creciendo y llenando la casa como una planta carnívora".
No le fue bien la luna de miel a Sylvia Plath, no le fue bien Benidorm, no le fue bien Ted, no le fue bien nada. Dicen que sufría un trastorno bipolar, como lo dicen de casi todo el mundo. Hay demasiada luz en Benidorm, demasiado calor, demasiada gente, la multitud del cuento de Poe. No comenzó bien el matrimonio y terminó peor.
Pocos años después Sylvia se levantó un día en su casa de Londres, preparó el desayuno a sus hijos y metió la cabeza en el horno hasta que el gas acabó con ella cuando sólo tenía 30 años. Su hijo Nicholas Hughes, también hijo de Ted, se suicidó en Alaska en 2009. Assie Wevill, la mujer por la que Hugues abandonó a Sylvia se suicidó en 1963 después de una discusión con Ted. Lo hizo de la misma forma que Plath, pero llevándose consigo a la hija común con Ted. Demasiada muerte alrededor de este poeta guapo del que se enamoró Sylvia.
Leí los Diarios un verano en Benidorm, lugar del que salí huyendo al cabo de una semana. La multitud había crecido espantosamente.
Se lo contaba Sylvia Plath a su madre en Cartas a mi madre y parece que su impresión no se cumplió porque, si atendemos a lo que dice después, ni las calles ni las casas fueron tan inmaculadas, ni aquello fue su lugar.
Sylvia y Ted llegaron a Benidorm en el verano de 1956 en su viaje de luna de miel. Se instalaron en un piso con vistas al mar, propiedad de la viuda Mangada. Después se trasladaron a una casa más retirada.
Acerca del piso de la viuda, Sylvia escribe en sus Diarios:
"Nuestra nueva casa es magnífica. No dejamos de maravillarnos de haberla alquilado para el verano por el mismo precio que la viuda Mangada nos cobraba por su ruidosa habitacioncita, baño sucio que no funcionaba bien, cocina infestada de hormigas (todo compartido con "les autres", unos españoles cochinos) y terrazas supuestamente con vistas al mar (más bien a las multitudes de mirones ruidosos que ocupan el paseo), que resultó ser su característica más desagradable en lugar de la mejor".
Se trasladaron a la casa en la que pasaron el resto del verano (estuvieron dos meses y medio en Benidorm) donde la poeta (nunca poetisa, por favor, poeta él, poeta ella, sin devaluaciones de la RAE) creía que iba a ser feliz. Pero no parece que lo fuera mucho. Primero acometieron una serie de reformas como la de instalar un retrete, un lavabo y una ducha, o sea, albañiles... A continuación dice que "todo marcha estupendamente. Estoy convencida de que va a ser la fuente, durante las diez semanas próximas, de un vivir y escribir llenos de creatividad".
El 23 de julio escribe: "Sola, profundizando. Sintiendo que las percepciones se ahondan en el fuerte olor de los geranios, la luna llena y la suavización del dolor, muy lejos de las tempestades superficiales, de quejas y alboroto. El dolor que penetra, que corta con la limpieza de una navaja de afeitar, y el acumularse de la sangre oscura"... "La discordia crece en la piel y la hace dura al tacto"... "Sentada en camisón y suéter en el comedor contemplando la luna llena, hablando con ella, con la discordia creciendo y llenando la casa como una planta carnívora".
No le fue bien la luna de miel a Sylvia Plath, no le fue bien Benidorm, no le fue bien Ted, no le fue bien nada. Dicen que sufría un trastorno bipolar, como lo dicen de casi todo el mundo. Hay demasiada luz en Benidorm, demasiado calor, demasiada gente, la multitud del cuento de Poe. No comenzó bien el matrimonio y terminó peor.
Pocos años después Sylvia se levantó un día en su casa de Londres, preparó el desayuno a sus hijos y metió la cabeza en el horno hasta que el gas acabó con ella cuando sólo tenía 30 años. Su hijo Nicholas Hughes, también hijo de Ted, se suicidó en Alaska en 2009. Assie Wevill, la mujer por la que Hugues abandonó a Sylvia se suicidó en 1963 después de una discusión con Ted. Lo hizo de la misma forma que Plath, pero llevándose consigo a la hija común con Ted. Demasiada muerte alrededor de este poeta guapo del que se enamoró Sylvia.
Leí los Diarios un verano en Benidorm, lugar del que salí huyendo al cabo de una semana. La multitud había crecido espantosamente.
Gloria Lasso: Luna de miel.
Dibujos de Sylvia Plath:
No hay comentarios:
Publicar un comentario