Colifata la nuit, pour tous les colifatos.
Le temps des cerises
Quand nous chanterons le temps des cerises (Quand nous en serons au temps des cerises)
Et gai rossignol et merle moqueur
Seront tous en fête
Les belles auront la folie en tête
Et les amoureux du soleil au cœur
Quand nous chanterons le temps des cerises
Sifflera bien mieux le merle moqueur
Mais il est bien court le temps des cerises
Où l'on s'en va deux cueillir en rêvant
Des pendants d'oreilles...
Cerises d'amour aux robes pareilles (vermeilles)
Tombant sous la feuille (mousse) en gouttes de sang...
Mais il est bien court le temps des cerises
Pendants de corail qu'on cueille en rêvant !
Quand vous en serez au temps des cerises
Si vous avez peur des chagrins d'amour
Évitez les belles !
Moi qui ne crains pas les peines cruelles
Je ne vivrai pas sans souffrir un jour...
Quand vous en serez au temps des cerises
Vous aurez aussi des chagrins (peines) d'amour !
J'aimerai toujours le temps des cerises
C'est de ce temps-là que je garde au cœur
Une plaie ouverte !
Et Dame Fortune, en m'étant offerte
Ne pourra jamais calmer(fermer) ma douleur...
J'aimerai toujours le temps des cerises
Et le souvenir que je garde au cœur !
Et gai rossignol et merle moqueur
Seront tous en fête
Les belles auront la folie en tête
Et les amoureux du soleil au cœur
Quand nous chanterons le temps des cerises
Sifflera bien mieux le merle moqueur
Mais il est bien court le temps des cerises
Où l'on s'en va deux cueillir en rêvant
Des pendants d'oreilles...
Cerises d'amour aux robes pareilles (vermeilles)
Tombant sous la feuille (mousse) en gouttes de sang...
Mais il est bien court le temps des cerises
Pendants de corail qu'on cueille en rêvant !
Quand vous en serez au temps des cerises
Si vous avez peur des chagrins d'amour
Évitez les belles !
Moi qui ne crains pas les peines cruelles
Je ne vivrai pas sans souffrir un jour...
Quand vous en serez au temps des cerises
Vous aurez aussi des chagrins (peines) d'amour !
J'aimerai toujours le temps des cerises
C'est de ce temps-là que je garde au cœur
Une plaie ouverte !
Et Dame Fortune, en m'étant offerte
Ne pourra jamais calmer(fermer) ma douleur...
J'aimerai toujours le temps des cerises
Et le souvenir que je garde au cœur !
Jean Baptiste Clément
Siempre la misma rutina: metro Clichy o Pigalle y de allí a Blanche. Me gusta subir la colina de Montmartre por la rue Lepic. Una colina, el viejo Montmartre. Los que suben montañas suelen bajar flipados. ¿Por qué no voy a flipar yo cuando llegue arriba, con todos los rollos que me acarrea esta colina?
Uno de los que más flipó fue Petrarca, que subió el mítico y épico Mont Ventoux, hizo largas y solitarias meditaciones y se bajó nada menos que el Renacimiento. Que esto sólo es una colinita, pero yo también tengo mi corazoncito y la subo y me llevo cuatro rollos a la vez. Y si no, veremos…
El primer tramo de la rue Lepic aún huele a pueblo, queridos, en todo un París, vas por una rue que parece que vas por un pueblo. Esto tiene su gracia. Luego la calle va serpenteando en su camino hasta lo alto, gira a la izquierda y luego a la derecha. Y en este instante, un lugar para la reverencia y el culto. Ahí veo la casa de Theo, el hermano del iluminado Vincent, lugar donde también vivió el pintor. Parada y meditación. Y luego toca la compra en la tienda de enfrente del papel de Armenia, un ambientador de toda la vida.
En el último tramo recto de la calle, he quedado con Pascal, mi marchante de los últimos años que me espera impaciente, como siempre. Yo le entrego mi última obra y 200E y él se la queda (es un chollo, queridos, deshacerse de la obra de todo un año por ese módico precio). Vamos a su estudio en el 13 rue Ravignan y allí yacemos. Pascal ha cumplido ya los cuarenta. Y yo lo miro y me digo:
--Jo! Qué mayor se me está haciendo, ya le sale tripita. Pronto tendré que cambiar de marchante. Es que queridos, no sé qué me pasa, pero, cuantos más años cumplo, más jóvenes me gustan los hombres. A los mayores ya no los soporto, porque están muy maleados, y además no están para muchos trotes y van a la suya.
Me despido de Pascal y lo dejo en su estudio, no quiero más rollos con él que el que hemos tenido, para qué andarse con tonterías. Subo hasta la rue Lepic por la place de Emile Goudeau y allí contemplo le Bateau Lavoir y medito sobre el arte y los artistas que anduvieron por aquí, con cierta complicidad por eso de que yo también soy artista. Y luego veo la plaza dedicada a la memoria de Jean Baptiste Clément, héros de la Commune de Paris et auteur du Temps des cerises. Y también hago mis meditaciones sobre la Comuna de Montmatre. Vuelvo a la rue Lepic, paso por la place du Tertre (no la soporto) y llego hasta el Sacre Coeur. Y allí entro en el templo, ese matasellos que le cayó encima a Montmartre y la comuna. Pero dentro me recojo, ya os he dicho que me van todos los rollos. Es que yo en los templos tengo muy buenas vibraciones. Luego salgo, busco un rinconcito entre la gente, y me siento en la escalinata. Au fond, la cité.
Imbuida por el espíritu de la Comuna y mirando la cité, hago también largas meditaciones. Y me pregunto por qué será tan difícil vivir de otra forma. Por qué los hombres han tenido siempre tantas dificultades para que otros los dejaran en paz con la forma de vivir que habían escogido. Por qué se han roto tantos sueños… Y como también yo tengo el mío, me pregunto por qué no podemos aprender a vivir de una forma más sencilla, y os planteo por qué no formamos una comuna… Pensadlo bien, colifatos, la Comuna colifata, otra forma de vivir mejor.
¿Cómo sería esa comuna? Pues una cosa sencillita, para un grupito de gente, mayormente colifatos. Yo no sé diseñar estas cosas, pero estaría prohibido prohibir (sielos, ¿no es esto una contradicción?).
Pues roturaríamos el campo, y sembraríamos nuestra cosecha para abastecernos: verdurita, legumbres, hortalizas, melones, uvas para arrancarles el buen vinito… Viviríamos de forma sencilla: amasaríamos el pan, lo coceríamos y, cuando termináramos nuestras tareas, nos reuniríamos, encenderíamos el fuego, contaríamos historias, leeríamos poemas, cantaríamos canciones… Y cuando alguien estuviera triste, otro haría de payaso y lo haría sonreír… Y todo el mundo querría estar feliz para que los otros también lo estuvieran… Y sólo algo me viene a la mente con insistencia: eliminar lo superfluo, eliminar lo superfluo, eliminar lo superfluo… Pienso sólo en cosas, no en personas. Porque alguien dijo una vez que lo que poseemos nos posee… Commune libre du Vieux Montmartre… Comuna libre colifata… ¡Qué bien suena!
Y me quedan muchas meditaciones que hacer aún sobre este tema. Pero quiero compartirlo con vosotros y esperar vuestras sugerencias para poder sembrar nuestro sueño…
Y ya me llevo cuatro rollos en esta sencilla colina:
-el de la carne (avec Pascal)
-el artístico (que no es moco de pavo)
-el religioso (que me recojo mucho dans les eglises)
-y el de la Comuna (que me hace mucha ilusión)
Y digo yo: toda una enorme montaña para bajarse el Renacimiento, que no dudo de su importancia, no, pero sólo es un rollo. Y en una simple colina me llevo nada menos que cuatro rollos. Si el pobre Petrarca levantara el cap ¿no envidiaría mi suerte? Menos mal que no se entera…
Y bueno, esto es una despedida, queridísimos colifatos. Con una lagrimita en los yeux, os deseo mucha felicidad y os mando un montón de abrazos y de besos. Y, como a la Coli le mola más que mucho la lune, os he preparado algunas de las muchas canciones que tratan de la luna. Y para la despedida, Glenn Miller: Adiós y John Coltrane y Duke Ellington: In a sentimental mood.
Aclaraciones:
1) Acerca del espejo del Polidor. Aunque hubiera sido cierto lo del pedal (nunca se sabe), quedaría raro lo del espejo (lo de si me veía o no me veía). Polidori era amigo, médico y acompañante de Lord Byron. Una noche se reunieron en Ginebra con otros escritores, entre ellos Shelley y su novia Mary. Byron propuso un juego: escribir un cuento de terror. Y lo mejor que se escribió fue: Frankestein, de Mary Shelley y El Vampiro de Polidori. Los vampiros no se reflejan en los espejos (ver: El baile de los vampiros de Polanski).
Además, Cortázar empezó en el Polidor una de sus novelas, 62 Modelo para amar (¿“Por qué entré yo en el restaurante Polidor”?)
Y 2!!! ¿Quién ha sido el graciosillo que le ha pasado al profe mis correos? Más bien diría la graciosilla, porque estoy segura del género, pero no del número. No se vale, queridas, me queréis desprestigiar, buscáis mi ruina, me queréis hundir en la miseria, porque ahora me da mucho corte hablar con él. El pobrecito no ha faltado en todo el curso y fue leer los correos y ponerse enfermo. Si es que tiene que ser horrible creer que estás hablando de filosofía con tu respetable alumna y descubrir lo que ha descubierto, que tiene una alumna pervertida. Víboras, que sois una víboras, le habéis mostrado mi verdadero ser. El último día que vino ya estaba malito, qué carita que hacía. Y yo le dije que se había puesto malito por mis correos. Y me dijo que no los había leído aún (luego los tenía, malas más que malas). Pero poco después le pregunté:
-- Profe ¿dónde meto el negro? Me refería, naturalmente a cuestiones técnicas de pintura.
Y el tío que se me quedó mirando, que se descojonó y que me empezó a vacilar. Seguro que estaba pensando en lo que me ocurrió en el ascensor del Pompidou. Desde luego que ya no me voy a poner con vosotras, me voy con Norman, que tiene más sensatez en su dedo meñique que entre todas vosotras juntas. Pero… arrieros somos y en el camino nos veremos!
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