lunes, 20 de septiembre de 2010

1789

En serio, si queréis que vayamos a París, vamos, eso está hecho, no tenéis más que decírmelo, que yo siempre estoy dispuesta. De verdad, de verdad, la Coli a París, toujours. Podemos pasear las rues, los boulevares, entrar a los baretos, comer en sitios cutrones o finolis, etc. Pero hay dos lugares a los que no pienso volver ni loca, jamais de los jamaises.
Uno es la Bastilla. El otro os lo diré otro día.
Algo se cuece en la Bastilla, algo bastante sórdido. Había pasado por allí un montón de veces sin ser consciente del riesgo que corría. Ahora cuando lo pienso, se estremece todo mi yo (unas partes más que otras).
Fue un domingo de agosto. Como todos los domingos hay mercado en la Bastilla. Paseaba tan tranquila buscando a la chica de los pañuelos bonitos (que también va al mercadito del boulevard). Llevaba mi cámara de fotos como cualquier guiri dispuesta a fotografiar lo que cayera. Enfocaba por aquí y  por allá, tratando de desvelar los secretos infranqueables de mi desconocida cámara. Y en una de éstas, mira por dónde, disparo y entonces me doy cuenta de lo que acabo de fotografiar: un señor con un puesto del terror, un puesto de chichis.
 Os digo que fue verlo y correr como no he corrido en la vida. Es que no tuve tiempo ni de pensar, me empujaba el propio pánico. Crucé el Sena, subí la colina hasta el Panteón con un susto de muerte,  tapándome con las manos las partes mismas, estaba jadeante, exhausta. Me acerqué hasta la iglesia de Saint Étienne du Mont y  me senté. El fuerte olor a incienso me fue tranquilizando poco a poco. Allí me sentía segura.
Empecé a meditar sobre lo que acababa de ver. Por más vueltas que le daba no acertaba a comprenderlo. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Qué quedó de la revolución? ¿Qué quedó del mayo? Ha pasado tanto tiempo... Y ahora venden chichis, es que no me lo puedo creer. Y eso te lleva a preguntarte de dónde los sacan, cómo los consiguen.
Pocas respuestas encuentro. Una es que puede ser que hayan enloquecido a causa del Sarkozy. Otra es que la cosa venga de más lejos, de mucho más lejos.
Si mal no recuerdo se hartaron de cortar têtes y venga têtes. Hombre, que hasta se iban las familias con el bocata de nocilla a ver el espectáculo, avec les enfants y todo... Es que... cualquiera... Luego nos preguntamos si hemos progresado o no...
Y digo yo: igual la muchedumbre se empezaba a hartar de ver siempre lo mismo, ¿no se hartarían de têtes y empezarían por los chichis para tener más audiencia?.
Pero bueno, si así fuera, ¿no debería estar prohibido maintenant? ¿Dónde están las feministas de este país que no las oigo? ¿Por qué no lo denuncian? Tanto alboroto por si hay que poner os/as y no lo hacen por el chichi que es plus important?
Francamente no lo entiendo. Pero si me pierdo, a mí que no me busquen en la Bastilla, que no vuelvo allí en ma vie. Lo que quiero es volver enterita a mi casa.







Tina Turner: River Deep Mountain High

1 comentario:

  1. Anonadada me he. La verdad es que la cosa da miedo. Pensar que pasear por París se está convirtiendo en algo tan peligroso para las mujeres.... que ya no es seguro….. Y el caso es que me lo temía...pero aún no sabía que la guerra de las audiencias se había convertido en algo tan encarnizado, ni mucho menos que hubiera llegado hasta La Bastilla. Algo que leí hace tiempo me hizo sospechar que la cosa no quedaría ahí, que no sólo rodarían cabezas, que lo que se avecinaba todavía era peor. Porque qué puedes pensar cuando te enteras que a María Antonieta después de haberle cortado la cabeza la enterraron con ella entre las piernas…….

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