viernes, 31 de diciembre de 2010

Ustedes son formidables







Siente un pobre a su mesa, ése iba a ser el título de esta extraordinaria película de Berlanga. Como en la peli, usted también puede hacerlo, si es posible en Navidad y convertirse en un alma buena. Algunos, los más formidables, lo alargan a todo el año. 
¿De qué va la peli? De ricos y de pobres y de cómo unos muestran su mejor cara a costa de los otros (sobre todo en Navidad). Campañas de Navidad, antes y ahora, en las que los ricos que, naturalmente no quieren dejar de serlo, muestran su mejor cara solidaria dando algo de lo que a ellos les sobra y sintiéndose así más satisfechos de sí mismos de vuelta al confortable hogar. Sentar un pobre a la mesa es la forma mas sutil de seguir manteniendo la pobreza. Seamos buenos y ayudemos al prójimo.
Y no digamos de los programas televisivos que tratan de captar audiencia a costa de la pobreza. Son espectáculos ad nauseam, vomitivos. Acude gente que está "forrada" a darse una vuelta por los focos y sacar unos eurillos. Y luego a casita, a vivir que son dos días.

Mientras no sean como San Francisco de Asís, que hagan sus bondades todo lo que quieran pero, please, que no den la lata. Es como el marido que "ayuda" en casa pero no comparte. Justicia, queridos, justicia...



Louis Armstrong: What a wanderfuld World 


Berlanga: Plácido 




Buñuel: Los olvidados











¡Viva Radio la Colifata!  ¡Colifatos del mundo, uníos!


viernes, 24 de diciembre de 2010

¿Feliz Navidad?






Hasta el moño, en serio. Tout le monde lo mismo: 
-- ¡Feliz Navidad!
Pero qué lata año tras año, siempre lo mismo. ¡Qué obstinado personal! ¿Qué quieren decir con esta cantinela?.
Primero, queridos, ¿qué es la Navidad?. Angelitos en el cielo, el nacimiento de un niño, pastorcitos... O sea el belén. O sea de cuando se ponían belenes. Si le preguntas a alguien que te diga rápidamente lo que pasa por su cap cuando dices belén, te dirá tout de suite:
-- ¡Esteban!
Sí angelitos míos, ese es el escaso recorrido del inconsciente colectivo. Y en su casa tendrá los adornos que compra en los chinos con luces taquicárdicas. Y la nevera abarrotada porque habrá pasado buena parte de su tiempo en las compras. Se habrá gastado toda la pasta y en unos pocos días se producirá un aumento alarmante de colesterol, ácido úrico y azúcar en sangre. Y no tendrá más remedio que aguantar a su pelmaza familia. Eso es la Navidad mayormente, queridos. La nochebuena con los papás de ella, el día de navidad con los papás de él. Y regalos aquí y allá. Y rien de plus...
Segundo, mis muy amados, ¿qué es la felicidad?. Ya ni os cuento, porque todo el mundo desea cosas y cree que si logra satisfacer sus deseos será feliz. Ignora los graves riesgos que esto conlleva, incluso para la salud. Como se dice: "A veces Dios castiga a los hombres haciendo que se cumplan sus deseos". ¡Qué tremenda verdad encierra esta máxima! Vamos, que me produce temor y temblor.
La Coli no puede ser feliz porque para ser felices hay que comer perdices y a ella no le van los pajaritos. Vamos que no se comería un pajarito aunque fuera el único alimento sobre la tierra.
Y ya que estamos todos tarados, me voy al campo para huir de tanto descalabro. Llegó el tiempo de los pollos crudos, querido Julio, que cuando pase todo este rollo puede que vuelva a los cocidos...




Wham: Last Christmas


Aristóteles n'était pas un tontaina


¡Colifatos del mundo, uníos!


¡Viva Radio la Colifata!





domingo, 19 de diciembre de 2010

Melancolía



¡Qué fácil es encontrar obras tristes en la pintura! Y en la literatura y en cualquier arte... Y qué difícil seleccionar ya que hay tanta tristeza. Puede que otro día me dedique a buscar obras alegres y puede que me resulte más ardua la tarea. 
Todos queremos ser felices, decía el tontaina de Aristóteles, tontaina él o tontainas todos porque ¿quién es feliz? ¿Acaso se trata de felicidad? ¿Realmente es lo más importante? Miro, sin ir más lejos,  algunos de mis santos patronos que he insertado en la franja derecha. ¿Fueron felices ellos? La mayoría (por no decir todos) no. Pero me cortaría la mano derecha por hacer una mínima parte de lo que hicieron ellos.
Quizá no se trate de felicidad, sino de ser nosotros mismos (¿lo decía Camus?). Si no lo dijo, podría haberlo dicho.
 En la desdicha nos crecemos, nos curtimos, damos lo mejor de nosotros mismos. Y esos pintores y escritores que tan bien diseccionaron el alma humana son un buen ejemplo de ello. Hicieron una obra de arte de su desdicha y la convirtieron en un universal.





Melancolía (detalle)

Durero: Melancolía












Botticelli
Van Gogh






          







E. Munch
E. Hopper











De Chirico
E. Hopper













A. Modigliani
A. Modigliani


















Colifatos del mundo, uníos

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Gafas chinas


Gafas chinas

En realidad tienen otro nombre bastante raro: gafas reticulares estenopeicas (vaya nombrecito). Desconocía que hubiera gafas así de raras y encima terapéuticas. Lo último terapéutico y chino ya lo comenté anteriormente con bastante poco recato. Bueno, la cosa es que me propuse, como siempre después del verano, hacer dieta, levantarme temprano, cuidarme... Y me dije como siempre:
-- Esta vez va en serio.
Y allá que me fui, a una tienda de medicina tradicional china a comprarme unas gafas especiales para mi perjudicada vista. Son grandes, negras, de plástico, opacas y llenas de un montón de minúsculos agujeritos a través de los cuales ves (es un decir).
La verdad sea dicha es que las gafas son más importantes de lo que parece. Una mirada al mundo diferente, dependiendo de los cristalitos que te montas sobre la nariz. Gafas para ocultarse, para protegerse del exterior, para introspeccionarse... Puede que gracias a ellas te hagas con una fortuna: las gafas del señor Cagliostro par exemple. Lo que parece claro es que condicionan tu percepción de la realidad.
Ya lo dijo el cursi de Campoamor: "En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Además de cursi, relativista de tomo y lomo. Las gafas son importantes, pero no tanto, don Ramón, no tanto... Si lo fueran me pediría un color para cada día o cada situación para poder verlo todo mejor: rosa, para quitarle todo lo áspero, verde, para alimentar la esperanza, azul para el sueño diurno, rojo ni os digo... Y podría ver la realidad distinta aunque me engañara.
De origen chino o, hay quien dice, florentino (los valencianos puede que tengamos mucho de florentinos) puede que hayan sido de una importancia fundamental en el desarrollo de las artes y las ciencias. También distinguiría entre chino de entonces y chino de ahora (no tiene color).
Estas nuevas gafas las llevo puestas todo el rato. La vista lo que es mejorar, mejora, no digo que no, pero me estoy destrozando el resto del body. Tengo marcas en la frente, en los brazos y en las piernas, sin contar con la cantidad de objetos que he roto en mi casa.
Lo bueno que tienen es que cuando te las quitas ves muchísimo mejor que antes, es como si te acabaran de operar de cataratas y se te hiciera la luz. Tienen magníficas propiedades para todo lo de la vista.
Por la calle las considero un pelín peligrosillas porque voy comiéndome todas las esquinas y además la gente no para de mirarme. Una vez un transeúnte despistadillo me pidió un par de cupones. Yo muy dignamente para no ofenderlo, le dije que ya se me habían terminado. 
Lo de conducir no lo he experimentado aún, no me atrevo mucho. En las instrucciones no pone nada, no advierte que no se pueda. Creo que mañana mismo las probaré al volante, saldré a la  carretera y a ver qué pasa. Ya os contaré.


The Shadows: Wonderful land


Viva Radio la Colifata


Colifatos de todo el mundo, uníos.




viernes, 3 de diciembre de 2010

Balneario







Un balneario o algo parecido es lo que hace falta después de una reforma, algo que te repare, que te devuelva tu ser primigenio. Es que no puede ser... ¿Habrá algún lugar en el mundo donde chacun fait son métier? Algo bueno, algo noble, algo simple. No es pedir mucho, como decía Camus: Que chacun fait son métier (me encanta repetirlo, me encanta repetirlo). ¿Cómo es posible que el mundo siga funcionando a pesar de todo? A pesar de tanto...
En serio, lo que os voy a contar es verdad, completamente verdad.
Una mujer encargó una puerta blindada con una mirilla. La señora era muy bajita pero no lo tuvieron en cuenta y le pusieron la mirilla estándar. Lógicamente una vez puesta la puerta la     mujer advirtió que no podía ver quién llamaba porque no alcanzaba . La respuesta que le dieron fue:
-- Señora, póngase usted un taburete y cuando llamen se sube usted y así alcanza. No vamos a hacer puertas de todas las tallas.
La mujer reclamó, pero no le quedó más que acudir a otros carpinteros para que le arreglaran el entuerto.
Otra mujer hizo una reforma y pidió que le sacaran el contador del gas fuera de la cocina, al deslunado. Después de instalado advirtió que no llegaba a la llave de paso del agua porque se lo habían tapado con el contador. Protestó y le dijeron.
-- Señora, sí que se llega, ¿no ve que yo llego? Si no alcanza usted, súbase a la bancada. De todas formas la llave de paso del agua sólo la utilizan los profesionales, ¿qué más le da a usted?
Otra mujer también hizo reforma. Lo encargó todo a un contratista para no preocuparse y ella alquiló otra casa por un par de meses. La tuvieron año y medio y el resultado fue una auténtica catástrofe, de hecho lleva preocupándose cinco años porque el asunto terminó en los tribunales. Una de las muchas cosas que le pasó fue que al tirar de la cisterna por el retrete salía agua caliente. Esta anécdota fue muy comentada y alguien dijo para más recochineo: ¿y cómo pudo saber que salía agua caliente?
Yo misma, sin ir más lejos, sufro diariamente desde no sé cuándo semejantes infortunios. Hoy mismamente han venido unos jóvenes y atractivos cristaleros a ponerme el climalit. Estaba yo absorta contemplando la graciosa figura trasera de uno de ellos que era talmente Piqué (qué donosura, qué gracejo, cómo trabajaba dans la fenêtre, hacía mucho tiempo que no había visto algo igual) cuando de pronto oigo su voz que me dice (estaba de espaldas):
-- Señora, esto ya está. Procure no abrir hoy las ventanas, es por la silicona que tiene que secar bien.
Mientras decía esto, cerraba las ventanas y ¿qué diréis que ha pasado? Pues que el Piqué se me oscurecía. Creí que estaba sufriendo un desvanecimiento a causa de la seducción, pero no, queridos, es que estaba llegando la noche oscura, no la del alma, sino la de la casa y, bueno, puede que también del alma, querido Juan de Yepes, también la del alma.
-- ¿Qué significa esto? le he dicho al adonis.
-- ¿Qué?
--¿Qué va a ser? La oscuridad...
-- Es sólo una sensación, señora. No está oscuro, es que se las hemos puesto de reflectasol y como son dobles, le da a usted la sensación de que son oscuras, pero sólo es una sensación.
-- Pero yo las quiero normales, de las que entra la luz.
-- Señora, si le pusiéramos de esas se le quemarían las cortinas en uno o dos años a causa del sol.
No sigo, queridos, lo que viene a continuación ya es mejor no ponerlo, no es de buen gusto.
Bendito Camus, que chacun fait son métier...


Petula Clark: Chariot


Colifatos del mundo, uníos.

Viva Radio la Colifata













viernes, 26 de noviembre de 2010

Historias mínimas



Historias mínimas





Y tan mínimas, comme il faut. El cine desnudo sobre el paisaje desnudo patagónico. Pura belleza, pura poesía. Adorable Sorín, adorable cine, adorable Patagonia... No la de los turistas, sino la íntima y pura Patagonia. La del viento, la de los escasos y doblegados árboles, la del paisaje del alma... Patagonia, mi Patagonia...
Qué bella, deliciosa, exquisita película. Así se narra, así se cuenta, sin grandilocuencias, así es la vida. El hombre en un entorno inconmensurable. Éstos sí son horizontes lejanos.
Las estrellas y su brillo, el cielo nocturno recamado. Dos cosas sobre todo lo demás, decía Kant: el cielo estrellado sobre mí, la ley moral dentro de mí... ¿hay algo más bello?
El cielo austral, la Cruz del Sur, que guió a los antiguos navegantes, la que cantaron y cantan los poetas, los narradores... La casita sencilla, el leño en la chimenea, unos libros, la noche del sur...
 Bruce Chatwin, Paul Theroux que recorrieron, antes de escribir, estos paisajes... ¡Cuántos personajes recorrieron o pudieron recorrer estos lugares! ¿Por qué no imaginar la figura de Alonso Quijano montado en su caballo por estos horizontes? Un gran escenario para un gran caballero.
Y la gente sencilla, el viejito que busca su perro, el viajante de comercio con su tarta y la joven del concurso... Viaje desde Fitz Roy hasta San Julián.



Carlos Sorín: Historias mínimas

Historias mínimas: trailer


Carlos Sorín
Mi Patagonia












VIVA RADIO LA COLIFATA


domingo, 21 de noviembre de 2010

Leonardo



Leonardo Sbaraglia




Mi electricista no me entiende, en serio. Y eso que me cae bien. De todos los elementos que aparecen por una casa en reforma es de lo mejor, pero no me entiende. Le he dicho un montón de veces que quiero un telefonillo nuevo dans la cuisine. Y él no para de insistirme para que quite el horroroso timbre (lo dice él) de la puerta y lo cambie por un din-don. Me niego a ese cambio y él insiste en que me lo regala. Sin embargo con lo del telefonillo no me hace ni caso.
-- Este telefonillo está bien, dice el muy cabezota. Sólo está sucio por la reforma, se limpia y se queda como nuevo.
Y dale, siempre la misma monserga, lo discuto a diario.
-- Pero es que yo quiero un telefonillo nuevo, de los que te sale la imagen del que llama.
-- ¿Para qué? Eso sólo es un capricho.
Cómo son los hombres... ¿Cómo le voy a explicar a semejante cabezota lo que quiero en realidad? Lo que de verdad quiero es un telefonillo en cuya pantalla te sale Leonardo Sbaraglia. Es que estoy dans ma maison, tumbada en el sofá y llaman al telefonillo, me asomo y se me aparece el Sbaraglia y no sabéis cómo me pongo. Porque ahora llama poca gente. Bueno, el cartero, mejor dicho, la cartera que es simpatiquísima, coloquial, una tía estupenda. Pero no es lo mismo, queridos, no es lo mismo. A la cartera la veo, la saludo, charlamos por los codos... bien, eso está muy bien. Pero no me produce la misma alegría. Además cuando llama al telefonillo para traer la correspondencia de toda la finca (me llama a mí porque siempre le abro, no como los demás que no abren porque son unos bordes y unos miedosos) bajo y ¿qué me encuentro en el buzón?. Pues ninguna alegría, sólo cartas de bancos y entidades que no me interesan nada.
No puedo ni imaginarme lo que pasaría con el nuevo telefonillo y el Sbaraglia, la vidilla que me daría. Es que es obscenamente guapo y además argentino. Leonardo querido, lo tienes todo. Si me llamaras yo te diría:
-- Sube corazón, que tengo algo para ti.
Además no me abandonaría, estaría todo el día arreglada para cuando me llamara.
No le puedo explicar todo esto a mi electricista que es tan serio y está dispuesto a regalarme el din-don.
No sé cómo lo haré, qué estrategia me montaré, pero he de hacerme con el telefonillo. Puede que llame a otro electricista que me comprenda o, mejor dicho, que no haga preguntas aunque no me regale el din-don.
















Francisco Canaro: Adiós pampa mía


Viva Radio La Colifata








lunes, 15 de noviembre de 2010

La Argentina

Librería El Ateneo
Café Tortoni




Argentina, la Argentina. A qué pocos países podemos llamarlos con artículo. No decimos la Italia ni la Holanda ni la Suiza... Decimos la Argentina porque hay algo entrañable, mucho cariño por medio.
¿Desde cuándo tengo yo ese inmenso cariño por la Argentina? Desde siempre, desde que me acuerdo... ¿Por qué? No lo sé, sólo sé que es así.
El país y sus gentes, todo me llama poderosamente. Los oigo hablar y me quedo boba. Tanto es así que ya me guardo mucho de decir "coger". Y cuando digo "concha" ya lo digo con segundas y terceras. Y mi Buenos Aires querido. Y mi Patagonia, territorio del alma...
La Argentina es mi sueño y mi deseo, creo que lo va a ser siempre. Leo a sus escritores, escucho sus músicas... Paseo sus calles, sí, paseo sus calles, como imagino el cielo aunque no lo conozca. Me resulta todo tan familiar...
Palermo Viejo, Corrientes, Maipú, la Chacarita, Café Tortoni, Plaza de Mayo, una esquina rosada, Recoleta, Puerto Madero, Teatro Colón, Avenida de mayo, Avenida 9 de Julio, Obelisco, Hospital Borda...
El hombre de la esquina rosada, Borges, Cortázar, Gardel, Sábato, Bioy, Ocampo Silvina, Ocampo Victoria, Mujica Laínez, Carlos Sorín: Historias mínimas, Carlos Sorín: Bombón el perro... Goyeneche, Piazzola, Mercedes Sosa...
El tango y la milonga. La chacarera.
Radio La Colifata, los colifatos, mis queridos colifatos del Borda, colifatos del mundo, uníos.
Viva la madre que parió a los del Borda y Alfredo Olivera. Para vosotros todo mi cariño. Y mi solidaridad para que podáis seguir con vuestro maravilloso proyecto.

A. Olivera y Radio La Colifata











Villa Ocampo


A. Piazzola: Libertango

Piazzola y Goyeneche: Vuelvo al Sur

C. Gardel: Mi Buenos Aires querido

Mercedes Sosa: Alfonsina y el mar

Patagonia argentina

Radio La Colifata: La locura del sol

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Drama en tres actos















Antes, mientras y después de la reforma (no con mayúscula, claro). Muchas gracias por vuestra solidaridad con mi estado actual. La Coli está fuera de sí, en plena identificación (véase: mecanismos de defensa) con un personaje del vídeo que os envío (adivinad cuál) y que me ha sido remitido por gentileza de Lourdes. 
Qué buenos los gomaespuma y qué bueno el vídeo. Miradlo con atención porque tiene mucha "miga". Es total...


Gomaespuma: El albañil.

Yo venía cantando con alegría.... Y la cosa es que... además cantan. Cantan ellos y canta todo lo que hacen... 







jueves, 4 de noviembre de 2010

Metamorfosis

Füssli: La pesadilla






"Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto".
                                                          F. Kafka: La metamorfosis
¿Era un sueño? ¿Una pesadilla? Parece que no porque poco después dice: "No era un sueño"
Lo entiendo, en serio. Después de un sueño intranquilo, te puede pasar cualquier cosa. Y eso cuando los tienes, porque las más de las veces puede que no logres dormir y no te permitas tener sueños intranquilos.
Soñé que me despertaba por la mañana temprano, muy temprano. Me vestía con la ropa de mi nuevo trabajo y rápidamente, con los ojos aún pegados, me iba al curro. Acudía con mis nuevos compis albañiles ellos y, por lo visto, también yo era albañila. Nos saludábamos como colegas y empezábamos la jornada. A mí me tocaba la radial (qué bello nombre para un instrumento tan simple y brutal). Me ponía una mascarilla y cortaba paredes, azulejos y todo lo que se me pusiera por delante con una gran maestría, como si lo hubiera hecho toda la vida. La casa me era ligeramente familiar aunque no lograba saber por qué.
Al cabo de un par de horas, el jefe decía:
--Vámonos a almorzar.
Y me sonaba a cielos esa expresión. Pero no se refería a lo que algunos entienden por la comida del mediodía, sino a lo que media entre el desayuno y esa comida y que suele constar de un gran bocata, varias birras y algún carajillo. Volvíamos al trabajo y al cabo de un par de horas el jefe decía:
-- Vámonos a comer.
Y otra vez vuelta a lo mismo. Y vuelta al trabajo. 
Mi cuerpo empezaba a experimentar esos cambios: la zona lumbar se iba hacia adentro, el culamen salía a medida que se explayaba, la barriga y el estómago campaban por sus anchas...
Y después de la comida, de nuevo a la radial y tan feliz, de verdad, tan feliz. Todo lo llenaba de polvo y rompía la casa, la destrozaba, y me complacía gratamente esa destrucción.
Me apropié de una nueva jerga: pilar, bovedilla, viga, regata (ésta la odio), cantoneras, rodapié, alicatar...
Cuando me desperté me dije:
-- Vaya pesadilla que he tenido.
Y me sentí muy aliviada de estar despierta. Entonces me di cuenta de que me había despertado en un lugar extraño. Sin saber cómo, me dirigí hasta mi casa y cuando entré fui presa del pánico. Ante mis ojos la desolación y el terror: mi casa estaba siendo destruida por una panda de desalmados albañiles. Yo les gritaba, les decía que pararan, incluso les suplicaba. Pero ellos no me hacían caso. No me oían o parecían no oírme. 
Pasó el tiempo, siguió pasando y ya nunca pude volver a mi casa. Ellos se quedaron para siempre. Me quedé en un exilio indeterminado...





The Cranberries: Dreams







sábado, 30 de octubre de 2010

Johnny Guitar




"Miénteme: dime que me has esperado todos estos años"


Ésta no es una peli buena para la risa. Es buena para el cine y para la emoción. Son dos chicos duros Vienna y Johnny. Las emociones a flor de piel, todo el tiempo pugnando por estallar la gran pasión, el gran amor que se profesan.  Mmmmm...  Dímelo a mí, Johnny, yo no te miento cuando te digo que te he esperado todo este tiempo... Tan duro y tan romántico...



Fragmento de la película 


Peggy Lee: Johnny Guitar 



Nicholas Ray
Sterling Hayden

domingo, 24 de octubre de 2010

Le pied dans le jardin




Giverny. Nunca había estado en Giverny a pesar de mis enormes deseos. Pero esta vez no podía fallar después de haber visto tanto impresionismo. Especialmente Monet (Monet y la abstracción), 4 veces 4, y entrar en trance chaque fois.
Por tanto llevaba yo un recogimiento especial en la maison de Monet. Este recogimiento se fue disipando poco a poco. El jardín de Monet es una especie de jardín del Edén pero en lleno llenísimo, hasta los topes, gentes (diría muchedumbre o masa), cámaras, una persona detrás de una cámara, a veces dos cámaras delante de una persona. Y todas las personas guiadas por sus cámaras y todas las cámaras disparando.
Yo misma al cabo de una hora ya había hecho unas doscientas fotografías y ya me salían los nenúfares by the eyes. Estaba harta de gente, de colas y hasta de los mismísimos nenúfares. Además después de varias vueltas al jardín ya reconocía los nenúfares y me decía:
-- A éste ya lo he fotografiado antes, lo reconozco.
Y me senté en un rinconcito y por aquello de la compulsión empecé a fotografiarme los pies. Bueno y por el colorido de mis calcetines, porque llevaba un color para chaque jour y aquel día eran especialmente bonitos y hacían juego con el entorno. Y también porque estaba en el jardín de las plantas y los pies tienen plantas, el jardín de las plantas, las plantas de los pies.
Y en mi banco también hacía meditaciones sobre los pobres nenúfares que recibían tantas fotos, puede que les pase como a mí que no me gusta que me fotografíen. Si pudieran hablar pedirían ansiolíticos, gritarían que no pueden más. Porque una cosa es que los pinte sosegadamente un solo monsieur avec tranquillité, y otra es la batalla campal que tienen que soportar los pobres cada día, que también son seres vivos, caramba, y por ellos no se preocupan los de los animalitos. 
Y recordé al pintor que los creó y recreó. Monet se inventó el paisaje y se lo acercó a su maison. Lo fue pintando una y otra vez dejándose impresionar por la luz y el color. Luego se fue haciendo mayor, se quedó casi ciego, prescindió del paisaje y nació la abstracción. Y siguió pintando con obstinación, buscando la luz y el color de su jardín mental. Y acudieron jóvenes de otros lugares  a pintar a partir del maestro. Algunos se quedaron a vivir en la zona.
Y en medio de estas meditaciones deseé que mi guía pasara por allí y me diera un masajito en los pies, pero sin calcetines que mola más.





Joan Baez y Donovan: Colours 






martes, 19 de octubre de 2010

Instrucciones para cruzar un paso de cebra en París.

Isadora Duncan
Cebrita













                                                    
No se confíe porque no resulta nada fácil. Primero, porque nunca se acaba de entender qué diantre significan esas rayitas blancas pintadas en el suelo, que acá llamamos cebra y que da ventaja al peatón. Allá se apelotonan los transeúntes en el borde de la acera y los autos, veloces, ni se inmutan.
Ponga cara de lástima, finja un malestar transitorio, una lipotimia… no le servirá de nada porque no lo verán.
Haga todo el acopio de arrojo y valor del que sea posible. Adéntrese dos pasos sobre las rayitas. Verá que los autos pasan por usted casi rozándolo, pero eso no parece molestarlos, porque ellos no ven o fingen no ver. Mírelos fijamente con mirada penetrante. Póngase con los brazos en jarras en la posición tres cuartos. No se desanime, aún no es suficiente. Si usted está mirando hacia ellos, levante su brazo derecho arriba y abajo como si pidiera auxilio. Insista, no desespere. Levante también el otro brazo y con los dos haga una especie de danza al sol, pero sin dejar de mirarlos fija e insistentemente, resulta tan difícil como inevitable. ¿Ha visto la danza según Isadora Duncan? Pues tal que así.
Puede que aún no se hayan percatado de su presencia porque lo que tienen los parisinos, dentro de sus autos y fuera de ellos, es que van completamente a la suya. Podría haber un cataclismo universal, la caída de un elefante en mitad de la cebrita, que ellos seguirían, impertérritos, su camino.
Por eso no se desanime y siga sus pautas. Usted sigue con sus brazos en lo alto. Adelante el pie derecho un pasito, aunque le reporte una posición difícil y cómica. No le importe, siga con sus convicciones. Luego un pasito el izquierdo y, tras una brevísima pausa en la que usted ha quedado como si fuera a banderillear un toro, en un preciso instante de suma y valiente decisión, realiza un rapidísimo adelantamiento de su pie derecho. ¿Ha visto usted torear a José Tomás? Pues así, tal cual. Procure ser muy preciso en este atrevido movimiento y, al mismo tiempo, respire profundamente y meta su pecho y su vientre. Es seguro que el próximo auto parará o lo llevará directamente al hospital.

Para Julio, con amor y devoción. La Coli.

sábado, 16 de octubre de 2010

¿Qué tal Pussycat?




 Una película bastante loca, irregular y con algunas escenas buenas para la risa. Peter Sellers es un psiquiatra que necesita otro psiquiatra. Woody Allen ya empezaba a dar muestras de su ingenio (hasta donde lo dejaron). Muy agradable la música a pesar de Tom Jones.
No sé por qué me ha venido al cap, pero ahí va una pequeña muestra de esta olvidada película.


¿Qué tal Pussycat?- fragmento de la peli.


Tom Jones: ¿Qué tal Pussycat?

martes, 12 de octubre de 2010

Hablando claro




  Es que cada vez me conciencio más de que hay que hablar claro porque tenemos muchos problemas por no hacerlo. Sin ir más lejos el otro día dije "sus partes". Vaya con el término, ¡es tan equívoco...! Sus partes son los pies, las orejas los ojos, etc. Es que entre el emisor y el receptor ¡hay tanto intermediario! De modo que es necesario hablar claro incluso para la vida. Que no le pase a nadie como a un conocido mío que ha estado en mucho peligro por el pudor de su cuñada. Ésta fue al médico para decirle que tenía que visitar a su cuñado que se encontraba muy mal porque tenía un problema en esa parte. Pero no le salía el nombre fino y le dijo al médico con mucho rubor que su cuñado tenía un problema en un botón. El médico la miró flipando, pensando que con él no iba la cosa. Mientras lo pensaba, miraba y repasaba los botones de su camisa. "Qué peculiar", pensaba.
-- Bueno, pues no sé qué decirle señora.
La mujer se echó a llorar y le dijo: 
-- Es que aquí llamamos botón a eso de los hombres.
Y entonces al médico le vino una iluminación súbita y lo captó, pero fue mayormente por el llanto más que por el léxico.
Así que si uno no se acuerda, por los nervios, de la palabra "testículos", pues dice "cojones" que lo entiende todo el mundo (incluso un médico) y además salva una vida.
Y, por el contrario, otra señora fue al médico y le espetó que le dolía el pene. El médico, flipadísimo, dijo que no la entendía. La mujer repetía lo mismo:
-- Doctor, me duele el pene, y se señalaba el pie.
El médico no decía nada y ni siquiera podía reírse de lo alucinado que estaba. Hasta que captó que la mujer quería decir el empeine. Procuró (ella que era de pueblo de siempre) aprenderse una palabra en finolis para quedar bien con el médico. Ante eso, es mejor de toda la vida decir "pie" que es más sencillo y no das motivo a la confusión, que nadie tiene que saber si eres un travesti o no.


Alaska y Dinarama: Ni tú ni nadie 

jueves, 7 de octubre de 2010

Mi pequeño saltamontes.




 El director (y creo que dueño) de mi hotel no es guapo, pero tiene un punto. No le gusta a todo el mundo, pero yo tengo gustos a veces un poco extraños. Ese algo que tiene no sé de dónde le viene,  porque eso o se tiene o no se tiene, es tan irracional, tan visceral, tan...sexy. La forma y el movimiento de las manos, el timbre de la voz... Me gusta hablar con él, me gusta su voz grave, su lentitud cuando habla, sus pausas, todo eso me atrae y le debo parecer tontaina porque hablo con él de cualquier chorrada. Le digo cualquier tontería sobre la habitación o sobre la calle, sobre el tráfico, el tiempo, etc... es que me importa un bledo el tema de conversación, qué más da, me gusta que hable, sólo que hable... aunque normalmente no me entero de lo que me dice, pero me gusta que me diga algo, tampoco quiero más. A veces bajo al vestíbulo sólo para verlo. Me siento y para disimular hago como que leo un periódico. Pero como mejor lo espío es con mis gafas macarras, que tienen espejito y puedes mirar sin que se enteren. Y me digo:
-- A mí éste me recuerda a alguien.
Y no consigo recordar, eso que yo no olvido una cara.
Hasta que por fin un día, en el curso de una sesión de espionaje me vino el parecido. Se trataba de un actor que murió en  extrañas circunstancias, en más que muy extrañas circunstancias. ¿Cómo se llamaba? Pongamos que no me acuerdo. Pero murió a causa del placer, pero no la petite mort, no, sino la grande, del todo. Es decir, que murió de gusto pero a lo bestia.
Se ató una cuerda a sus partes, al cuello y a un armario, no sé si también se ató las manos, pero lo cierto es que se le fueron y la palmó.
Lo que hay que ver... Unos salen del armario, otros entran, pero ¡mira que montárselo con el armario! No me hubiera imaginado en la vida que se pudiera ser tan bruto en esto del erotismo. Y tan raro, porque te vas enterando de muchas cosas y te dices: es increíble... pero, vamos, con un armario... Por lo menos hay que reconocer que imaginación ya requiere este proceder, ya.
El director tiene una habitación en el hotel. De vez en cuando desaparece y tarda mucho en aparecer. Bien es cierto que el hotel es tranquilo, pero no veo yo muy normales esas escapaditas. Y me pongo a pensar que igual está haciendo lo mismo que su facsímil, pero con mejor tino, porque volver vuelve. Y le doy al morbo, y me pregunto qué hará en su habitación, igual sólo va al trono, pero creo yo que para esas lides, tarda demasiado.
Cuánto añoro los viejos tiempos de las grandes llaves que requerían grandes cerraduras, por las que el ojo humano podía ver y admirarse de lo extrañas que somos las personas cuando estamos en la intimidad.
¿Dónde he estado yo todo este tiempo que me he perdido estas extrañas sabidurías?