martes, 28 de febrero de 2012

La historia del martillo



Malévich: Cuadrado negro

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir "buenos días", nuestro hombre le grita furioso: "¡Quédese usted con su martillo, so penco!"


Paul Watzlawick: El arte de amargarse la vida.

Supertramp: Fool's overture 

martes, 21 de febrero de 2012

Pesadilla

Goya: El sueño de la razón produce monstruos

Las familias salían de sus casas con todas sus pertenencias sin saber hacia dónde dirigirse. Recuerdo bien que se mezclaban escenas de la vida que creía real con algunas de Las uvas de la ira. Abandonaban sus hogares porque se habían quedado sin trabajo y no podían pagar sus hipotecas. Algunas tenían que pasar a la clandestinidad porque los banqueros, dueños de sus hipotecas, no tenían suficiente con quedarse sus casas y todo el dinero que les habían exprimido durante largos años, sino que pretendían que les siguieran pagando a pesar de haberles arrebatado la casa. 
Muchas familias se habían quedado sin dinero para comer, para calentarse en aquel largo y frío invierno. Acudían a los hogares sociales para recibir una comida al día y un litro de leche para sus retoños.
La gente paseaba triste por las calles mirando los escaparates de las solitarias tiendas sin tener nada que comprar.
De vez en cuando se filtraba alguna noticia de los corruptos gobernantes. Eran juzgados y considerados inocentes a pesar de que todo el mundo sabía que habían robado el dinero de las arcas públicas. La corrupción abarcaba a las altas esferas del estado que se llamaba de derecho y en el que se proclamaba que todos los individuos eran iguales ante la ley. Los ricos eran cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Los medios de comunicación daban noticias del glamour, de las bodas, bautizos y entierros de los más poderosos. No olvidaban el lema de "no te cagues donde comes."
Unos estudiantes muy jóvenes, muchos menores de edad, salieron a la calle a protestar por la situación. La educación pública estaba sufriendo un grave y progresivo deterioro, hasta tal punto habían llegado las cosas que tenían que dar las clases con el abrigo y los guantes porque no había dinero para calefacción, hasta llevaban el papel de wc de casa... Empezaron a protestar por la situación los jóvenes que, de siempre, desde que el mundo es mundo, han tratado de cambiarlo, han tenido una mirada más pura y limpia. La policía, con una violencia fuera de lo común, se lanzó sobre ellos. Les pegaron con porras, les lanzaron pelotas de goma. Se lanzaban contra todo lo que se movía. Yo miraba todo esto, a la gente mayor que se acercaba a los policías y les decía que no les pegaran, que eran muy jóvenes. Y la policía los empujaba violentamente. Y yo estaba allí, y también gritaba, decía: "no les peguen, son unos críos, que se recorten ellos" y se me acercaba un policía y emprendía a golpes conmigo, y  me desplomaba y lloraba y gritaba: "no les peguen, que se recorten ellos"... El policía seguía golpeándome, oí un sonido lejano como de sirena, hasta que reconocí el sonido del despertador.
Me desperté. "Ufff! ha sido una pesadilla", me dije. Bebí agua. Me asomé al balcón y vi un soleado día del frío invierno. El cielo era azul y los pajaritos cantaban. A lo lejos se oían unas sirenas de coches de policía...


sábado, 18 de febrero de 2012

Soria







¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,....

La voz del poeta me hizo estar algo confundida con la geografía española cuando era niña. Escuchaba los versos y me preguntaba por la relación, que suponía geográfica, entre ambos lugares...

¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, oscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera,
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!...

Muchos poemas le dedicó el poeta a su tierra adoptiva. Tierra para la poesía. Paisaje desnudo, desnuda el alma. ¿Acaso no es un paisaje interior? Al recorrer Soria, sus campos y sus caminos se siente la introspección y la comunión con el paisaje. Encuentro en Soria algo que no encuentro en otros lugares, por eso es tan recurrente en mis viajes.

¡Oh sí! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,....

Extractos de Campos de Castilla de Antonio Machado.

Soria, río Duero, San Polo y San Saturio, San Juan de Duero, Santo Domingo, San Juan de Rabanera...
Río Duero, San Esteban de Gormaz, el Burgo de Osma, el Cañón del río Lobos, Muriel de la Fuente, Calatañazor, Vinuesa, Molinos de Duero, Covaleda, la Laguna Negra, Urbión, Medinaceli (la ciudad del cielo)... Lugares inmejorables para ejercer meditaciones solitarias.


Gabinete Caligari: Camino Soria

domingo, 12 de febrero de 2012

Una carta

Robert Doisneau: El reloj de la escuela

19 de noviembre de 1957


Querido señor Germain:

Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Albert Camus: El primer hombre.
                                              
                                                  *          *          *

Esta carta la envió Camus a su querido maestro de infancia después de haber recibido el premio Nobel de literatura, una bella y emotiva carta de agradecimiento.
Los maestros son como los bomberos, los médicos o los mecánicos: hay de todo. El maestro de Camus no es el mismo del hermano lego, lo mismo que Camus no es el hermano lego. Éste se burlaba de sus maestros de infancia para justificar su situación, probablemente nacida de la indolencia. El otro, en uno de los momentos más importantes de su vida, se acuerda de su maestro de infancia, que no olvidó jamás. Uno siente agradecimiento, el otro se burla y probablemente lo que cuenta es mentira.
 No creo en la vocación sino en el oficio. Todos recordamos con mayor agradecimiento a unos maestros más que a otros, pero todos tenemos en el fondo de nuestro corazón alguno que nos motivó a algo bueno y que se quedó ahí para siempre. Le hayamos escrito o no una carta, lo conservamos en nuestro recuerdo formando parte de lo que somos. Que es de bien nacidos ser agradecidos.

George Brassens: La maîtresse d'école 



jueves, 9 de febrero de 2012

En la Patagonia





Cuenta Paul Theroux que W. H. Hudson añoraba desde Londres el tiempo pasado en la Patagonia. En su libro, Días de ocio en la Patagonia, escribe:

Un día, mientras escuchaba el silencio, se me ocurrió preguntarme qué ocurriría si me pusiera a gritar. En ese mismo instante me pareció la horrible inspiración de un capricho, un "pensamiento ilícito y dudoso" que casi me estremeció, y sentí el impulso de olvidarlo rápidamente. Pero en esos días solitarios era cosa muy rara que por mi mente pasara pensamiento alguno; no había formas animales que cruzaran ante mi vista y era aún más raro que mis oídos fueran asaltados por voces de pájaros. En ese extraño estado mental en que me encontraba, pensar se había convertido en algo imposible...
... En la Patagonia, la monotonía de los llanos o la extensión de las bajas colinas, la general irrelevancia gris de todo y la ausencia de formas animales y de objetos nuevos para la vista dejan la mente abierta y libre para recibir una impresión de la Naturaleza como un todo... Tiene un aspecto de antigüedad, de desolación, de eterna paz, de desierto que ha sido desierto desde siempre y continuará siéndolo para siempre; y sabemos que sus únicos habitantes humanos son unos pocos salvajes errantes que viven de la caza como sus antepasados durante miles de años...
... El hombre que termina su curso a causa de la caída de su caballo, o es arrastrado y se ahoga al vadear una corriente crecida, ha consumido en la mayoría de loa casos una vida más dichosa que la de aquel que muere de apoplejía en un despacho de contabilidad o en un comedor; o la de quien entierra su pálido rostro en el libro abierto ante sí, esa muerte que a Leigth Hunt le parecía tan extremadamente hermosa (y que a mí me parece tan indeciblemente odiosa).

Bruce Chatwin y Paul Theroux: Retorno a la Patagonia.


lunes, 6 de febrero de 2012

El hermano lego







El hermano lego ha sufrido unos achaques en el último año. Lo cuenta en un paseo nocturno a un grupo de residentes del monasterio. Habla de la pareja de maestros que tuvo en su pueblo cuando era niño. Dice que eran unos ignorantes y que no sabe dónde habrían conseguido el título de maestros. Recuerda anécdotas.
La maestra le pregunta a una niña:
-A ver, ¿cuánto son dos y tres?
- Cinco, responde la niña.
- Mal, son sais, le dice la maestra enfadada.
Un día, al maestro, que era muy bruto, le colgaron un cartel en la espalda y muy enfadado dijo:
- ¿Quién me ha pusido esto en la esparda?
Al cabo de unos años se encontró con un antiguo compañero de escuela y empezaron a recordar aquella escuela rural a la que habían asistido.
-¿Te das cuenta? Así hemos salido nosotros.
El hermano lego se crece ante la risa del grupo que celebra sus relatos y trata de justificar su situación en el monasterio ahora que ya es mayor. Durante toda su estancia nadie se ha preocupado de que aprendiera, pues para su función bastaba poca formación intelectual. Ahora que ya está mayor y tiene achaques se le limitan sus funciones, sigue en la portería como siempre.
Luego se pone serio y cuenta una historia que había ocurrido poco antes. Algunos del grupo la conocían porque había ocurrido cuando ellos estaban en el monasterio. Un hombre de unos 40 años salió de su casa con la intención de suicidarse y estrellarse con el coche. El coche se le paró en mitad de la carretera, justo donde estaba el cartel que anunciaba el monasterio porque se había quedado sin gasolina. Estuvo en el monasterio un mes y -dice él- que se le curó la depresión y su vida cambió radicalmente.






miércoles, 1 de febrero de 2012

The artist, incluso el perro






Hacía mucho tiempo que el cine no me hacía sentir lo que esta película ha hecho: experimentar  fotograma a fotograma la sensación de estar ante algo grande, magnífico. Ver el cine en su estado más puro, admirar el homenaje que el cine rinde al cine, hecho con talento, muchísimo talento que logra una película fascinante, espléndida, maravillosa.
 Desde el comienzo la sonrisa viene a tu rostro, una sonrisa cómplice, de plena identificación con la proyección, que emana una magia que hechiza, en la que el tiempo parece que no existe. Está lleno de ingenio este prodigioso homenaje al cine.
Espléndidos los actores, la historia, el montaje, la música, la fotografía. Se nota que está hecha con mucho amor y eso es lo que transmite esta preciosa joya. Tanto que sólo puedo hablar desde el entusiasmo.
Al final sólo se notan las molestias en las reales posaderas que han permanecido clavadas en la butaca porque los distribuidores no han previsto que ésta no es una película para butaca, sino para reclinatorio y genuflexión. Con el sonriplús aún en el rostro, en el brillante final se sienten unos deseos grandes de aplaudir a la obra bien hecha, a la originalidad y a la brillantez. Y de bailar, que conste. 

¡Viva el cine!

The artist