Frase muy generalizada que no consigna el Diccionario y que significa propiamente "asomar la oreja en cuestiones políticas".
Constituye una alusión, no al utensilio de limpieza llamada plumero, sino al "penacho de plumas" que coronaba el morrión de los voluntarios de la Milicia Nacional, la que nació el año 1820 para defender los principios liberales y progresistas, y fue disuelta y desarmada por el Ministerio González Bravo en 1844.
En los periódicos conservadores de fines de siglo solían aplicar la frase en cuestión a los políticos que asomaban la oreja liberal. En uno de ellos aparece la caricatura de Sagasta, tocado con el morrión de miliciano nacional, y al pie esta burla: "¡Don Práxedes! ¡Que se le ve el plumero!".
Vi confirmado el origen de la expresión que comentamos en el prólogo que en el año 1948 puso el duque de Maura al libro de Gutiérrez Gamero titulado Mis primeros ochenta años. Dice así Gabriel Maura, hablando del autor:
"Lo que más admiré en él... fue la reciedumbre berroqueña de sus convicciones progresistas, adquiridas en los primeros años de su adolescencia. Sinceramente modesto y afable, no dio nunca ocasión a su interlocutor para pensar que se le veía el plumero; mas a poco que se prolongase la plática era seguro entrever alguna vez el perfil inconfundible del morrión miliciano".
Según los grabados de la época constitucional (1920-1923) que conozco (uno de ellos aparece reproducido en el libro de José María Azcona Clara-Rosa, masón y vizcaíno), el plumero del morrión de los milicianos era descomunal: de más de un palmo de altura.
José María Iribarren: El porqué de los dichos.
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