jueves, 23 de junio de 2011

Ginebra

Rousseau



A la República de Ginebra 
Ésta es la dedicatoria del segundo discurso de Rousseau en el que habla de la desigualdad entre los hombres. Sin comentarios sobre dicho discurso y sobre la desigualdad. Pero la polis de Rousseau se ha convertido en el paradigma del capitalismo y de la lucha de clases. Si los salzburgueses  convirtieron a Mozart en chocolat, los ginebrinos le han dedicado una isla, una estatua, alguna librería, etc. Y si no lo meten en un reloj es porque un escritor no vende y menos un filósofo y menos Juan Jacobo. Si el ilustre hombre de las contradicciones levantara la quijotera, no se sabe qué haría en el país de los Rolls y los barracones, lo mismo se buscaba a la madame de Warens de turno.
¿Por qué Borges quiso morir y ser enterrado ici? Desde luego es una cité tranquila donde las haya, cara, cosmopolita, bonita de foto (pero sin alma). La senectud, el antojo, el pensar "de aquí no me moverán", que no hay peronismo o mismamente qué le vamos a hacer, que era un burgués gentilhombre... cualquiera sabe. Los escritores que viven dans la Suisse se van a los escondidos valles porque allí es de otra forma, puede que nunca tengan que verse obligados a hablar con nadie y eso puede estar bien para escribir y es muy turbador vivir al pie de las altas montañas bajo la escondida mirada de los campesinos. Pero para que te visiten en tu casita de ultramundo yo preferiría la Chacarita de toda la vida, el Buenos Aires de la desigualdad también explícita. Éstos de la fondue también se fundieron a Miguel Servet. Es que con esta gente tan civilizada nunca se sabe. En 500 años sólo produjeron el reloj de cuco según Harry Lime... Tuvieron una neutralidad que les permitió forrarse a costa de todo el dinero más sucio del mundo mundial y tuvieron también toda la mano de obra extranjera. 
En la explanada de Plainpalais hay un campeonato mundial de petanca, dos jóvenes españolas venden helados. Por el mismo precio de una bola les dan dos a los que ven con pinta de inmigrantes y la mirada triste de los niños les dice que quieren más de una bola que sus padres están dispuestos a pagar. Las van a despedir de ese efímero trabajo.
Una vez estuve a punto de dormir en la cárcel. Mi delito fue enseñar a unos pobres niños aburridos a disparar cohetes lanzados con la mano (recuerdo que era la fiesta nacional más aburrida que conozco) hacia un blanco que elegí por su buena disposición: una bandera suisse que ondeaba en lo alto de la torre de una église y que por la noche se veía requetebién. Pues que unos polis en plan tranquilo y civilizado, pero que va y se me llevaban al calabozo y encima la reprimenda que me echaron... Son muy suyos ellos, no tienen remedio.
Mi amigo P. que es concertista de guitarra clásica y profesor del conservatorio vive en la rue Verte. Interpreta como los ángeles a Bach o a Villalobos, son muchos los años de talento y oficio. A punto estuvo de sucumbir a la bohemia a la que tan ardorosamente se había entregado. Le pregunto una y otra vez:
-- ¿Cómo aguantas esto?
-- Es que no tengo remedio. En España me va la bohemia todo el rato y aquí consigo entregarme a la música.
Bien pensado no está mal su planteamiento.
Chez mon ami, por las noches acuden otros amigos, se apagan las luces, se encienden las velitas, empieza a deslizar sus dedos por las cuerdas y la casa entera se llena de espíritu. Esas veladas son magníficas.
Paseamos la ciudad vieja, la catedral de San Pierre. Bajamos hasta el lago. Hay un niño que está dibujando el lago, las lucecitas que lo rodean, el reflejo en las aguas, las estrellas, la luna, los patos que se pasean tan tranquilos. Acaba el dibujo y lo titula: La nit sur le lac Leman. Es un dibujo precioso, lleno de talento.
 Tumbados sobre el césped, escuchamos a unos músicos africanos. Recordamos aquel concierto de Bill Evans en ese mismo lugar, qué prodigio, y lo que vino después: nos cerraron la puerta del albergue (éramos tan jóvenes...) y tuvimos que dormir sobre el césped junto al lago, con nuestro amigo Carlos Cano que ya cantaba estupendamente.

Villalobos: Choro nº1 

Bill Evans: Autumn leaves 


Tumba de Borges

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