Durand: El roble solitario |
Lo sabía. Estaba segura de que Giverny no podía traerme nada bueno. Es como cuando gozas de una buena fideuá, te das a la gula y comes todos los días hasta que te empachas y la aborreces. Y luego ves a la gente comiéndola y te entra como una náusea y no la puedes volver a ver porque siempre que lo haces te entra la misma náusea. Y no tienes más remedio que dejar de comer fideuá.
Lo mismo me ha ocurrido con el impresionismo. Tanta y tanta exposición me ha producido similar efecto (ay! os dejo un momento que me ha entrado...).
Ya estoy de vuelta. Si es que casi no puedo hablar de ello. Como os conté un día, con tanto cuadro visto acabé en Giverny y Giverny acabó conmigo.
Y aun así (hay que reconocer que tengo empeño o que soy seducida por las proclamas de los mercachifles) volví a la impresión (que me da otra vez...).
El Pardo (uy! qué lapsus, queridos) El Prado, Pasión por Renoir . Pasión y Renoir (padre, no hijo). ¿Cómo no voy a dejarme seducir por semejante título? La Thyssen (de Tita, baronesa consuerte, con cargas familiares, con el niño grande y la milana bonita, y sin más remedio que lanzarse a lo comercial, cómo te comprendo Tita querida, que crecen los hijos y hay que alimentarlos) Jardines impresionistas. Pues lo mismo. La memoria flaquea, crees que ya tienes bien el estómago y allá que te vas. Pero el cuerpo ya no responde, ya no está para muchos trotes. Y después de muchas colas (es que no hay más que gente que quiere tener impresiones porque no las tiene en la vida real, yo una de ellas), entras al museo y tienes que abandonar la expo para retirarte al retrete que a primeras horas se puede visitar con cierta dignidad, antes de que haya entrado la muchedumbre, porque luego también te impresiona poderosamente pero sin flores, en otro plan.
Cuando salí me dije que se había acabado la pintura para mí, como espectadora y como lo que sea que hago en la academia (lo siento por mi profe que está como un bombón y que le tengo aprecio, pero ya lo voy a relacionar con la fideuá). Ya sé que el Señor no me llamó por esos caminos (se lo digo a mi profe por más que él me diga que persevere) pero una conoce sus limitaciones. Por si fuera poco está lo del empacho, estoy harta y requeteharta de tantas flores, de tantos jardines, de tantos paisajes, de tantos colorines...
Andaba bastante depre con el estómago jodido. Como estaba cansada me senté en la iglesia del Señor de Medinaceli. Ahora que lo pienso, tal vez sea porque me viene de paso, porque está junto a varias tabernas gloriosas o por lo que sea, pero me veo un montón de veces sentada en esa iglesia del milagro al por mayor. Igual es significativo y el Señor sí me llamó por esos caminos ya que soy una oveja descarriada de toda la vida.
Cuando salí fuime a yantar. Después paseé de un lado para otro, como quien tiene una enorme desorientación. Los pasos me llevaron a la fundación Juan March (pirata como yo, pero a él no lo perseguiría la Sinde). Mira que soy obstinada, otra vez la pintura, otra vez el paisaje. Queridos, debió ser por el de Medinaceli, pero allí tuve una experiencia religiosa y me reconcilié de nuevo con la pintura y de la pintura, el paisaje. ¡Qué finura, qué gracia la de Durand! El tal Asher era un completo desconocido para mí. Pero la March no me ha fallado nunca. Si en ese momento de mi experiencia hubiera estado más cerca habría corrido hasta mi profe y me habría echado en sus brazos llorando y le habría pedido perdón por mi infidelidad y le habría dicho (mientras lo achuchaba) que seguiría perseverando porque había sentido allá, en la March, una llamada poderosa. Para árboles, los de Durand (sin olvidar a mi querido Friedrich).
Después me dije:
-- A ver si ha sido el vinito de la comida y no el Señor.
Y me fui a la Mapfre que tenía un programa muy americano y que tampoco me falla. Ni colas ni nadie (allá no tienen el niño grande ni la milana bonita). Gratis, esto siempre me ilumina. Y nuevamente experiencia religiosa. Era el Señor, sin duda, que se valía de la O'Keeffe, del Rothko (mira que suicidarse, es que no se puede leer a Kierkegaard), y de otros (un cuadro de Crawford que me recuerda a De Chirico) para mostrarme nuevamente el camino. Me vino a la mente mi querida Santa Teresa (ya casi puedo llamarte Tere, ya es hora de la confianza después de tanto tiempo):
Nada te turbe,
nada te espante,
La paciencia todo lo alcanza.
Me he saltado algún versillo para dejarlo más laico y estoico pero, como dice la santa, a perseverar se ha dicho...Y en esas meditaciones me encuentro ahora...
Me he saltado algún versillo para dejarlo más laico y estoico pero, como dice la santa, a perseverar se ha dicho...Y en esas meditaciones me encuentro ahora...
O'Keeffe: Ranchos Church |
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