Nicolás Roerich |
Un guerrero samurai fue a ver al maestro Hakuin y le preguntó:
- ¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a uno y al otro? ¿Por dónde puedo entrar?
Hakuin le respondió con una pregunta:
- ¿Quién eres? - le preguntó Hakuin.
- Soy un samurai -le respondió el guerrero-, un jefe de samurais. Hasta el Emperador mismo me respeta.
Hakuin se rió y contestó:
- ¿Un samurai tú? Pareces un mendigo.
Sintiendo su orgullo herido, el samurai desenvainó su espada y, ya estaba a punto de matar a Hakuin, cuando éste le dijo:
- Ésta es la puerta del infierno.
Inmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo su espada en su cinto, y Hakuin dijo:
- Y ésta es la puerta del cielo.
Tradicional zen
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