A la memoria de E. V. republicano, socialista y abuelo mío.
14 de Abril de 1931. Nada más levantarse el hombre miró por la ventana. Lucía el sol. Se dirigió a la sala y encendió la radio. Estaba impaciente por saber qué iba a ocurrir después de las votaciones del domingo. Los acontecimientos se estaban precipitando. Sólo habían votado para los ayuntamientos, pero a lo largo de la mañana se enteró de que el rey había salido del país. A lo largo del día las noticias se fueron sucediendo. Por primera vez en su vida no fue a trabajar, estuvo pendiente todo el tiempo de la radio. Cuando ya supo la noticia, comunicó a sus vecinos que un nuevo régimen había sustituido a la monarquía, aunque no participó del júbilo colectivo, a pesar de haberlo deseado tanto. Contuvo la alegría que sacó a las gentes a la calle durante toda la noche y en los días siguientes y le embargó una honda preocupación.
-- Se avecinan tiempos difíciles, se dijo.
Pasó el tiempo y la alegría exterior se fue disipando. Volvió a su vida austera de siempre, al trabajo. En las largas noches de invierno se sentaba junto a su esposa que cosía al lado de la chimenea. Y allí leía para ella las grandes obras de la literatura universal: El Quijote, Crimen y castigo, las obras del conde Tolstoi... Al amanecer y a la puesta del sol, miraba por la ventana. Veía la estación, al fondo las montañas. Algo dentro de él se estremecía, barruntaba un desenlace inminente y trágico...
Duraron poco, la res publica y la alegría. Algunos acabaron con ellas de un zarpazo. España se oscureció en una larga edad media, mediana, mediocre. Los poetas estaban lejos, en el exilio. Duros tiempos, duros, para los que se fueron y para los que se quedaron. Él siguió leyendo para su esposa los mejores libros, trabajando duramente, cuidando de su familia, lamentando la nueva situación que duró tantos y tantos años. A veces se quedaba taciturno, poseído de una inmensa tristeza. Siempre fue un hombre honrado. Murió el 14 de abril de 1974, sin haber podido ver el final de aquella oscura historia.
Como dijo el poeta:
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios,
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Antonio Machado: Proverbios y cantares.
Himno de Riego
Paco Ibáñez y Rafael Alberti: A galopar
Me gusta mucho.
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