Ya lo tengo, en serio, ya lo tengo. Puesto que los humanos somos animales imitativos, ya he encontrado mi modelo ideal del todo para imitar. Se trata de un personaje bastante peculiar, por eso me gusta, porque a mí me gusta lo peculiar. Simeón o san Simón o Simón del desierto. Dejó seguidores, los estilitas, que se subían a una columna para seguir al maestro. ¡Habrá algo mas pintoresco que vivir sobre una columna!
Simón, que había sido pastor antes que fraile, decidió pasar de la vida de la comunidad y se retiró a una cisterna primero, después a una cueva y, como no lo dejaban en paz, se construyó una columna de tres metros como su nueva morada. A medida que acudía la gente y después la muchedumbre, subía la altura de su casita hasta que alcanzó los 17 metros. Allí vivió 37 años de recogimiento. Dicen que comía una vez por semana, que inclinaba la cabeza (en un día le contaron hasta mil inclinaciones) y que jamás respondía a los insultos. Se aprendió de memoria los salmos, los recitaba para resistir las tentaciones del diablo. Recitaba también el 50: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Magnífico, pero una escéptica como yo ya se lo puede currar, porque eso del corazón puro es requetedifícil y sin ayuda extra, más.
Como me apetece no poco alejarme de las veleidades de este ingrato mundo y probar la vía del ascetismo, me estoy preparando para el acontecimiento. Dos semanas sin comer no son la única renuncia a la carne. La que más me cuesta es la renuncia a mi profe que era más carnal que carnal. Pero hace poco iba en el bus meditativa y la vista perdida en la calle cuando algo me sacó de ese estado de abandono.
-- Es él, es él -me dije. Caminaba por la calle como una gacela. No andaba, casi levitaba a ritmo de danza. Era carne sí, pero más espíritu.
Desde entonces ya lo veo de otro modo, es algo más espiritual. Desde mi nuevo lugar estará en mi corazoncito, porque de eso se trata, de una comunión singular.
Lo que me queda es preparar mi columna. El lugar no lo diré, que ya lo tengo, pero sí mostraré algunos modelos de columna que estoy barajando. Claro que, por eso del vértigo, habré de añadirle una plataforma con barandilla. Y una escalerita de emergencia por si acaso no me va la cosa y la columna es ya demasiado alta.
-- Es él, es él -me dije. Caminaba por la calle como una gacela. No andaba, casi levitaba a ritmo de danza. Era carne sí, pero más espíritu.
Desde entonces ya lo veo de otro modo, es algo más espiritual. Desde mi nuevo lugar estará en mi corazoncito, porque de eso se trata, de una comunión singular.
Lo que me queda es preparar mi columna. El lugar no lo diré, que ya lo tengo, pero sí mostraré algunos modelos de columna que estoy barajando. Claro que, por eso del vértigo, habré de añadirle una plataforma con barandilla. Y una escalerita de emergencia por si acaso no me va la cosa y la columna es ya demasiado alta.
No tengo yo muy claro que pueda permanecer sin responder a los insultos porque soy una picada, me conozco y a poco que me digan estalla mi personalidad apabullante. Y lo de las tentaciones también se las trae. En fin, ya veremos... Habrá que ejercer las meditaciones adecuadas.
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