martes, 14 de mayo de 2013

Madrid - París. Colorín, colorado




La pluie dans la fenêtre

Si es que está más claro que el agua, hasta Guillermo Solana, director del Thyssen, lo dice: "Nosotros somos del impresionismo con lluvia o con sol. Siempre hemos hecho impresionismo y lo seguiremos haciendo porque esta es la médula de nuestra identidad". Como si fuera algo nuevo, como si no lo supiéramos, que sí, que Tita necesita cash, que se muestra lo más popular del arte, que no se arriesga rien porque hay que tener colas y muchedumbre que deje su pasta. Y lo peor, que hasta la Fundación Mapfre, ese lugar que me ha colmado de dicha, se ha apuntado al festival multicolor. Hasta se pelean los dos museos para ver quién es más impresionista y tiene más cola. Adiós a Lemhbruck y a sus desoladas piezas maestras y a tantos autores que no son impresionistas o neo o algo parecido.
Salí a pasear por las calles de Madrid dispuesta a participar en el festín. Primero visité la Mapfre. Para qué decir, buena, bonita (otra cualidad del sentimiento artístico, algo menos que sublime y que bello: bonito). Después fui al Thyssen, tan colmado de gente, de grupos, de personas a las que no les paraba la boca. El goce estético tendría que tener categoría de experiencia religiosa, ver con recogimiento, con asombro... Nada, la gente a lo suyo, a hablar por los codos. Junto a unos cuadros de Constable observé a un hombrecillo enjuto que miraba y anotaba algo en su pequeño bloc. Pensé que allí había por lo menos alguien con espíritu. En cuanto a mí, estaba siendo presa de una irritación notable. Me la había vuelto a jugar la pillina de Tita. Unos cuantos cuadros maravillosos y el resto mediocridad.
Al salir me topé con el tenderete que se montan. Fui a hojear unos libros cuando el hombrecillo de las nubes de Constable se dirigió a mí y me dijo:
-Qué buena exposición, verdad? 
- A mí no me ha gustado.
- Cómo? Las nubes son maravillosas.
Lo agarré y lo arrastré hacia dentro.
- Mire usted estas nubes. Le señalé las espantosas nubes de un cuadro de Nolde y otras de Hodler.
Lo dejé y salí 
 Pensé que había sido demasiado vehemente y que tenía que ser más positiva. Me dirigí a una mesa en la que había varias personas.
- Buenas, quería hablar con Guillermo Solana.
Se quedaron estupefactas. Repetí lo mismo. Me dijeron que no era posible. Repetí lo mismo pero en plan grito. Se pusieron nerviosos, dijeron que el señor Solana no estaba en el museo. Se acercaron los guardias de seguridad. Les dije vehementemente que sólo quería  hacer una sugerencia. Visiblemente enojados me dijeron que la hiciera y que ellos se la harían llegar. Sugerí que quitaran los cordones que separan de los cuadros y que los sustituyeran por jardineras con toda clase de flores, que colgaran en las esquinas de cada sala jaulas de pajaritos para que dieran ambiente con sus alegres trinos y la gente se callara. Y que como colofón colocaran un estanque en la última sala con sus nenúfares y pececillos.
Se notaba que se habían cabreado de verdad. Me trataron requetemal y me vinieron a decir que me fuera de allí.
Salí a la calle con mi chaleco antibalas de pasear por Madrid. La policía rodeaba el congreso y se enfrentaba a unos manifestantes. Estaban enfrascados en una lucha tremenda. Yo caminaba impasible en medio de las pelotas de goma, pensaba en lo ingrata que es la gente, es que no se puede decir nada. Me dieron un empujón pero yo como si nada. También pensaba en volver a París para ver la exposición sobre el Romanticismo negro que tenía lugar en el museo d'Orsay, más que interesante y sin colorines ni flores. Recibí otro empujón. Allí había demasiado jaleo y me distraía de mi sentimiento de lo desagradecida que es la gente. Así que me dirigí hacia el Prado a darme un chute de Goya.

 Frank Sinatra - I've got you under my skin 


 

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