domingo, 16 de diciembre de 2012

Acerca del amor




W. Dyce - Paolo y Francesca

Hay quien asegura que el amor es una virtud, al menos cierto tipo de amor, ya que es una disposición, una potencia y una excelencia, como cualquier otra virtud. Sea o no sea virtud, habrá que convenir que es la mayor causa de alegría que tenemos, que es una especie de motor que nos pone en marcha para vivir de la mejor forma posible.Difícil es definirlo y establecer su naturaleza. He aquí tres respuestas que se han dado desde los griegos, respuestas de las que podemos hablar hoy como si fuera ayer, tal es el poder de los clásicos.

El amor como éros.  En esa bella obra que es el Banquete de Platón, se van sucediendo las distintas respuestas que dan varios personajes a la pregunta propuesta sobre la naturaleza del amor. Todos esperan la respuesta de Sócrates quien relata lo que una mujer, Diótima de Mantinea, le contó. El amor es a la vez posesión y carencia, es deseo que nuca se ve realizado, puesto que no se puede desear lo que se posee, sólo se desea lo que no se posee.
Éros está ligado a la pasión y al placer, es por tanto efímero, el enamoramiento está destinado a terminar. Sentir una pasión es algo patológico.

El amor como philia. Si el deseo es carencia, la vida es un fracaso. En la medida en que uno desea lo que no tiene, nunca se tiene lo que se desea, ¿cómo va a ser alguien feliz? ¿Cómo se va a sentir realizado?Pero el deseo no es sólo carencia, también es potencia. Muchas de las cosas que hacemos es porque las hemos deseado, el deseo también nos mueve a la acción. El amor como philia está liberado de interés, se convierte en alegría, lealtad, es la amistad. No es incompatible con éros, sino que supones un ascenso del amor.

El amor como agape. Es la clase de amor más desprendida y generosa, amor universal y desinteresado. En español se traduce por caridad, palabra que ha sido muy pervertida. Es amor divino para quien cree que Dios existe, pero también es más que válido para un ateo. Es el amor universal, incluso a los enemigos. Es el amor de aquel que no procura el bien propio sin establecer el ajeno.




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