Y de lo divino a lo humano. El enorme talento de este hombre, Don Francisco, le dio para todo, hasta para descender a los más sombríos asuntos escatológicos. Su gracia tiene y hasta parece que huele.
"En los ojos de la cara suele haber por mil leves accidentes, telillas, cataratas, nubes y otros muchos males; mas en el del culo nunca hubo nubes, que siempre está raso y sereno; que, cuando mucho, suele atronar, y eso es cosa de risa y pasatiempo. Pues decir que no es miembro que da gusto a las gentes, pregúnteselo a uno que con gana desbucha, que él dirá lo que el común proverbio, que, para encarecer que quería a uno sobremanera, dijo: “Más te quiero que a una buena gana de cagar.” Y el otro portugués, que adelantó más esta materia, dijo: “Que no había en el mundo gusto como el cagar si tuviera besos.” Pues ¿qué diremos si probamos este punto con un texto del filósofo que dijo:
¿No hay contento en esta vida
que se pueda comparar
al contento que es cagar?
Otro dijo lo descansado
que quedaba el cuerpo después de haber cagado.
No hay gusto más descansado
que después de haber cagado.
Los nombres que tiene
juzgarán que no tiene misterio. ¡Bueno es eso! Dícese trasero,
porque lleva como sirvientes a todos los miembros del cuerpo delante
de sí, y tiene sobre ellos particular señorío. Culo, voz tan bien
compuesta, que lleva tras sí la boca del que le nombra. Y ha habido
quien le ha puesto nombre gravísimo y latino, llamándole antífonas
o nalgas, por ser dos; otros, más propiamente, le llaman
asentaderas; algunos, trancailo, y no he podido ajustar por muchos
libros que he revuelto para sacar la etimología; lo más que he
hallado es que se ha de decir tancahigo, por lo arrugado y pasado que
siempre está.
Con más facilidad topé
por qué se decía al lindo, ojo del culo ‘manojo de llaves”: por
lo redondo del cabo y muchas molduras que hacen aquel mismo repulgo,
y viene bien con los que llaman cofre al culo, que es darle
cerradura; y en los animales vemos que la Naturaleza les cubre el
culo con la cola o rabo, para que, como parte más necesaria y
secreta, estuviera acompañado, tapado y abrigado, y con mosqueador
para de verano, y en las aves lo mismo. Si miramos su ocupación, es
hacer lo que ninguno nunca hizo ni pudo: pues en este mundo todos
hemos menester a otros para ser proveidos: el alguacil al corregidor,
el corregidor al oidor, el oidor al presidente, el presidente al rey.
Pero el culo se provee a sí mismo y aun en el presidente, servidor
por otro nombre (que así llaman al bacín), cosa equívoca a los
derretidos de las damas.
—El culo no tiene cosa
común, ni aunque me pruebes que hace cámaras, a imitación de otros
muchos, pues lo que él hace son mojones, que son fin de términos,
para dar a entender que en llegando al culo no has de pasar adelante.
Háceme fuerza que en las
almonedas dicen: “¡Hay quien puje?”; que ni sé si convidan a
cagar (propiamente entonces, pujar) o si a comprar; con que es cierto
que tiene grandes preeminencias, cuando se valen de sus voces para
otras cosas. Hasta los excrementos o mierda (pasa adelante, porque no
te empalagues con tan dulce plato)...
Lo del pedo es verdad que
no lo sueltan los ojos: pero se ha de advertir que el pedo antes hace
al trasero digno de laudatoria que indigno de ella. Y, para prueba de
esta verdad, digo que de suyo es cosa alegre, pues donde quiera que
se suelta anda la risa y la chacota, y se hunde la casa, poniendo los
inocentes sus manos en figura de arrancarse las narices, y mirándose
unos a otros, como matachines. Es tan importante su expulsión para
la salud, que en soltarle está el tenerla. Y así, mandan los
doctores que no les detengan, y por esto Claudio César, emperador
romano, promulgó un edicto mandando a todos, [so] pena de la vida,
que (aunque estuviesen comiendo con él) no detuviesen el pedo,
conociendo lo importante que era para la salud. Otros dijeron que lo
había hecho por particular respeto que se debe al señor ojo del
culo.
Pues decir que no es
bullicioso un pedo, ¡bueno es eso! ¿Hay cosa de más gusto que ver
en un concurso grande, si suelta uno, el rumor que mete y que agudos
acuden todos a taparse las narices, como está dicho, y otros que más
huelen, haciendo la disimulada toman tabaco?
Y es probable que llega a
tanto el valor de un pedo, que es prueba de amor; pues hasta que dos
se han peído en la cama, no tengo por acertado el amancebamiento;
también declara amistad, pues los señores no cagan ni se peen, sino
delante de los de casa y amigos. Y un portugués preguntando cuál
era la parte principal del cuerpo dijo que el culo, que se asentaba
primero que nadie y aunque fuese delante del rey.
Los nombres del pedo son
varios: cuál le llama “soltó un preso” haciendo al culo
alcaide; otros dicen: “fuésele una pluma”, como si el culo
estuviera pelando perdices; otros dicen: “tómate ese tostón”,
como si el culo fuera garbanzal. Otros dicen algo crítico: “cuesco”,
derivado de la enigma; y otros han dicho: “Entre peña y peña el
alba, río que suena.” De aquí se levantó aquel refrán que dice:
“Entre dos peñas feroces, un fraile daba voces.” Y finalmente,
dijo el otro: “El señor don Argamasilla cuando sale chilla.”
Francisco de Quevedo, Gracias
y desgracias del ojo del culo.
Eyde Gorme (for ever) y los Panchos-Vereda tropical
Eyde Gorme (for ever) y los Panchos-Vereda tropical
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