martes, 10 de julio de 2012

Dar gato por liebre




Durero - Liebre

Tuve un amigo que, cuando era estudiante de medicina, quiso dar una lección a uno que se las daba siempre de gourmet. Invitó a varios estudiantes a una cena en su casa. Por la mañana salió a cazar un gato callejero. Con el felino hizo una paella con la que homenajeó a sus comensales. Todos alabaron las excelencias del sabroso guiso, incluso el gourmet. Cuando acabó la cena, de la cual mi amigo había dado cumplida cuenta, sacó la cabeza del gato en una bandeja. Lo que sucedió a continuación es facilmente imaginable. Y es que no es difícil que en ocasiones nos pueda ocurrir algo semejante. La expresión sería: "dar gato por liebre". Dice Iribarren:

"Engañar en la calidad de una cosa por medio de otra inferior que se le asemeja. "Engañar en la calidad de una cosa", dice el Diccionario.
Antiguamente se decía Vender el gato por liebre.
Así lo consigna Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana (1611), cuando dice en la palabra "gato":
Vender el gato por liebre: engañar en la mercadería; tomado de los venteros, de los cuales se sospecha que lo hacen a necesidad y echan un asno en adobo y lo venden por ternera. Debe ser gracia y para encarecer cuán tiranos y de poca conciencia son algunos".
Quevedo escribe en  El alguacil alguacilado: "Un mohatrero dijo que él se condenaba por haber vendido gato por liebre, y pusímoslo de pies con los venteros, que dan lo mismo".
Acerca de esta locución citaré lo que dice Bastús en La Sabiduría de las Naciones (2ª serie, pág. 49):
"Parece que antiguamente había una fórmula, especie de conjuro, con la que los viajeros creían cerciorarse de si la pieza que el ventero les presentaba en la mesa era liebre o conejo, gato o cabrito.
Al efecto, todos los comensales se ponían en pie, y el más calificado de ellos, dirigiendo la palabra a la cosa frita, decía:

Si eres cabrito,
mantente frito;
si eres gato,
salta del plato.

Entonces se separaban algún tanto de la mesa para que pudiera escaparse si saltara del plato; mas luego, no habiendo novedad como nunca la había, comían lo que fuese, bueno o malo, persuadidos de que era conejo, liebre, cabrito o lo que quería el ventero".


José María Iribarren, El porqué de los dichos.


Roberta Flack - Suavemente me mata con su canción 


 

1 comentario:

  1. Si hubiera sido "nuestro" San Vicente Ferrer abía saltado del plato como hizo con el niño que guisó una madre para ofrecerselo al Santo como si fuera un manjar

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