domingo, 21 de noviembre de 2010

Leonardo



Leonardo Sbaraglia




Mi electricista no me entiende, en serio. Y eso que me cae bien. De todos los elementos que aparecen por una casa en reforma es de lo mejor, pero no me entiende. Le he dicho un montón de veces que quiero un telefonillo nuevo dans la cuisine. Y él no para de insistirme para que quite el horroroso timbre (lo dice él) de la puerta y lo cambie por un din-don. Me niego a ese cambio y él insiste en que me lo regala. Sin embargo con lo del telefonillo no me hace ni caso.
-- Este telefonillo está bien, dice el muy cabezota. Sólo está sucio por la reforma, se limpia y se queda como nuevo.
Y dale, siempre la misma monserga, lo discuto a diario.
-- Pero es que yo quiero un telefonillo nuevo, de los que te sale la imagen del que llama.
-- ¿Para qué? Eso sólo es un capricho.
Cómo son los hombres... ¿Cómo le voy a explicar a semejante cabezota lo que quiero en realidad? Lo que de verdad quiero es un telefonillo en cuya pantalla te sale Leonardo Sbaraglia. Es que estoy dans ma maison, tumbada en el sofá y llaman al telefonillo, me asomo y se me aparece el Sbaraglia y no sabéis cómo me pongo. Porque ahora llama poca gente. Bueno, el cartero, mejor dicho, la cartera que es simpatiquísima, coloquial, una tía estupenda. Pero no es lo mismo, queridos, no es lo mismo. A la cartera la veo, la saludo, charlamos por los codos... bien, eso está muy bien. Pero no me produce la misma alegría. Además cuando llama al telefonillo para traer la correspondencia de toda la finca (me llama a mí porque siempre le abro, no como los demás que no abren porque son unos bordes y unos miedosos) bajo y ¿qué me encuentro en el buzón?. Pues ninguna alegría, sólo cartas de bancos y entidades que no me interesan nada.
No puedo ni imaginarme lo que pasaría con el nuevo telefonillo y el Sbaraglia, la vidilla que me daría. Es que es obscenamente guapo y además argentino. Leonardo querido, lo tienes todo. Si me llamaras yo te diría:
-- Sube corazón, que tengo algo para ti.
Además no me abandonaría, estaría todo el día arreglada para cuando me llamara.
No le puedo explicar todo esto a mi electricista que es tan serio y está dispuesto a regalarme el din-don.
No sé cómo lo haré, qué estrategia me montaré, pero he de hacerme con el telefonillo. Puede que llame a otro electricista que me comprenda o, mejor dicho, que no haga preguntas aunque no me regale el din-don.
















Francisco Canaro: Adiós pampa mía


Viva Radio La Colifata








1 comentario:

  1. Pues ahora Leonardo, hasta te puede traer la compra a casa

    http://www.youtube.com/watch?v=jWSDSrFLJ2s

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