lunes, 15 de julio de 2013

Canetti y los libros


Canetti en el Mont Ventoux

Elías Canetti nació en 1905 en Rustschuk, Bulgaria, en el seno de una familia de judíos sefardíes. Su familia se trasladó a Viena, ciudad en la que Canetti vivió buena parte de su vida. Berlín, Londres y Zurich fueron otros tantos lugares de la vida del escritor.
Los ancestros de Canetti procedían del pequeño pueblo de Cañete, en la provincia de Cuenca, de donde fueron expulsados por su condición de judíos en el siglo XV. Cuando Canetti recibió el premio Nobel de Literatura en 1981, los vecinos de Cañete reclamaron su presencia pero, según cuenta Mario Muchnik en Lo peor no son los autores, ante su pregunta de cuando vendría a España, le contestó:
- No, no puedo ir a España, no tengo tiempo. Tengo mucho trabajo, ¿comprende? La gente de Cañete ha sido muy simpática. Cañete es el pueblecito de donde venimos los Canetti. Me han enviado una invitación, el alcalde, buena gente, no sé cómo decirles que no puedo. ¿Me haría usted el favor?
- Cómo no, dígame qué quiere que les diga.
- Que estoy muy viejo y que tengo mucho que hacer, pero por favor, sea amable con ellos, no permita que se enfaden conmigo. Le daré la carta que me mandaron, pero por favor, haga una fotocopia y devuélvamela, porque me gustaría conservarla, el pueblecito de Cañete...
Canetti fue un gran amante de los libros como Peter Kien, el protagonista de Auto de fe.

"No me arrepiento de esas orgías de libros. Me siento como en la época de la expansión para Masa y poder. También entonces todo sucedió por aventuras con libros. En Viena, cuando no tenía dinero, gastaba todo lo que no tenía en libros. En Londres, en los peores momentos, conseguía, contra viento y marea, comprar de vez en cuando libros. Nunca he aprendido nada sistemáticamente, como otra gente, sino por excitaciones súbitas. Siempre empezaban con que mi mirada caía sobre algo que tenía que poseer fuera como fuera. El gesto de coger, la alegría de tirar el dinero por la ventana, el transportarlo a casa o al local más próximo, el contemplar, acariciar, hojear, el guardarlo durante años, el momento de un nuevo descubrimiento cuando las cosas se ponían serias -todo esto es parte de un proceso creativo cuyos detalles secretos desconozco. Pero en mi caso nada sucede de otro modo, y por lo tanto tendré que comprar libros hasta el último instante de mi vida, sobre todo cuando sé con seguridad que nunca los leeré.
Creo que es también parte de la rebeldía contra la muerte. Nunca quiero saber qué libros entre esos se quedarán sin leer. Hasta el final no está determinado cuáles van a ser. Tengo libertad de elección, puedo elegir en cualquier momento entre todos los libros a mi alrededor, y por ello tengo en mi mano el curso de la vida".

E. Canetti, Apuntes


Schubert - La muerte y la doncella



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