Gérôme: La Verdad saliendo del pozo |
Dos horas más a la semana son treinta alumnos y sesenta padres más en pie de guerra (a veces se añade algún abuelo). Tres o cuatro alumnos en el mejor de los casos, la mitad o todos menos uno (siempre quedará un Lot) se encargarán de hacer la vida imposible al profesor y de impedirle dar clase. Si es malo malísimo, a parapetarse, a pedir hora con el psicólogo y a intentar sobrevivir como se pueda. Aquel que tanta ilusión había puesto en la docencia tiene ahora una sola tarea: vigilar, procurar salir indemne de la clase, evitar peleas inter pupilos, esperar el sonido del timbre y salir hacia otro grupo donde más o menos le pasará lo mismo. Dos horas más aumentarán su frustración al no poder hacer lo que más desea: enseñar. Dos horas más aumentarán el número de reuniones, de padres para atender, de evaluaciones, preevaluaciones y otros rollos. Dos horas más matemáticamente no son dos horas más, son muchas más horas más, total para nada.
A nivel colectivo dos horas más suponen el despido de miles de interinos a los que habrá que pagar, supongo, su subsidio de desempleo.
En dos horas algunos de los que cagaron la enseñanza dormitan en sus escaños, nadie ni nada se lo impide, sólo tienen que despertar para darle a la disciplina de partido. Fuera les espera el coche oficial que los llevará donde se les antoje. Ellos han convertido la enseñanza pública en un detritus, en pocos años han cambiado varias veces de leyes educativas, todo el que llega bautiza un ente vacío de contenidos y, como Dios, le pone nuevos nombres. Se creen eso de que el sistema educativo es como "el patio de mi casa es particular." Una nueva legislatura, un nuevo partido político, una nueva ley de educación. Más horas para tratar de comprender un lenguaje oscuro y opaco. Y luego, con la ayuda inestimable de algunos voceros de algunos medios de comunicación, sólo falta buscar una diana, descubrir el aula de cristal y buscar un chivo expiatorio: el profesor. Cada vez más degradado socialmente, se le culpa (wanted) de ser el que más dinero gana, el que menos trabaja y el responsable del fracaso escolar.
Conozco a muchos profesores que darían lo que fuera por ejercer su profesión con dignidad. Pero los que dormitan han llenado su tiempo de reuniones estériles, lo han convertido en un burócrata rodeado de papeles... Y han impedido que puedan enseñar gramática, matemáticas, historia del arte, filosofía, latín...
Que duerman en sus escaños, pero que no tengan la desfachatez de culpar a los profesores del fracaso escolar. Ni de ponerlos en el punto de mira de la sociedad. Los profesores no son la causa del fracaso escolar sino sus víctimas.
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