miércoles, 15 de diciembre de 2010

Gafas chinas


Gafas chinas

En realidad tienen otro nombre bastante raro: gafas reticulares estenopeicas (vaya nombrecito). Desconocía que hubiera gafas así de raras y encima terapéuticas. Lo último terapéutico y chino ya lo comenté anteriormente con bastante poco recato. Bueno, la cosa es que me propuse, como siempre después del verano, hacer dieta, levantarme temprano, cuidarme... Y me dije como siempre:
-- Esta vez va en serio.
Y allá que me fui, a una tienda de medicina tradicional china a comprarme unas gafas especiales para mi perjudicada vista. Son grandes, negras, de plástico, opacas y llenas de un montón de minúsculos agujeritos a través de los cuales ves (es un decir).
La verdad sea dicha es que las gafas son más importantes de lo que parece. Una mirada al mundo diferente, dependiendo de los cristalitos que te montas sobre la nariz. Gafas para ocultarse, para protegerse del exterior, para introspeccionarse... Puede que gracias a ellas te hagas con una fortuna: las gafas del señor Cagliostro par exemple. Lo que parece claro es que condicionan tu percepción de la realidad.
Ya lo dijo el cursi de Campoamor: "En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Además de cursi, relativista de tomo y lomo. Las gafas son importantes, pero no tanto, don Ramón, no tanto... Si lo fueran me pediría un color para cada día o cada situación para poder verlo todo mejor: rosa, para quitarle todo lo áspero, verde, para alimentar la esperanza, azul para el sueño diurno, rojo ni os digo... Y podría ver la realidad distinta aunque me engañara.
De origen chino o, hay quien dice, florentino (los valencianos puede que tengamos mucho de florentinos) puede que hayan sido de una importancia fundamental en el desarrollo de las artes y las ciencias. También distinguiría entre chino de entonces y chino de ahora (no tiene color).
Estas nuevas gafas las llevo puestas todo el rato. La vista lo que es mejorar, mejora, no digo que no, pero me estoy destrozando el resto del body. Tengo marcas en la frente, en los brazos y en las piernas, sin contar con la cantidad de objetos que he roto en mi casa.
Lo bueno que tienen es que cuando te las quitas ves muchísimo mejor que antes, es como si te acabaran de operar de cataratas y se te hiciera la luz. Tienen magníficas propiedades para todo lo de la vista.
Por la calle las considero un pelín peligrosillas porque voy comiéndome todas las esquinas y además la gente no para de mirarme. Una vez un transeúnte despistadillo me pidió un par de cupones. Yo muy dignamente para no ofenderlo, le dije que ya se me habían terminado. 
Lo de conducir no lo he experimentado aún, no me atrevo mucho. En las instrucciones no pone nada, no advierte que no se pueda. Creo que mañana mismo las probaré al volante, saldré a la  carretera y a ver qué pasa. Ya os contaré.


The Shadows: Wonderful land


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