domingo, 30 de diciembre de 2012

La vida auténtica


Magritte - Los misterios del horizonte

El hombre actual, más que el de cualquier otra época, ha intentado ordenar la vida social según principios racionales, transformarla con vistas a la mayor felicidad del mayor número de personas posible e implicar activamente al individuo en esta transformación. Al mismo tiempo ha sometido la naturaleza hasta un punto nunca visto y sus logros y resultados técnicos son tales que todos sus sueños de poder y dominio sobre la naturaleza parecen realizables. Además, ha generado una riqueza insospechada que abre por primera vez en la historia la posibilidad de satisfacer las necesidades materiales de toda la humanidad.
No obstante, el hombre actual se caracteriza por ser abruptamente contradictorio. Si bien produce un mundo repleto de cosas formidables y prodigiosas, éstas, sus propias criaturas, le resultan ajenas y amenazadoras, de modo que, una vez las ha creado, ya no se siente su dueño, sino su servidor. El mundo material, convertido en una máquina monstruosa y gigantesca, dicta la orientación y el tempo de su vida. La obra surgida de sus manos, destinada a servirle y hacerle feliz, conforma un mundo ajeno al que obedece sumiso e impotente.

E. Fromm, La vida auténtica.


Wynton Marsalis - Jazz in Marciac 2009

domingo, 16 de diciembre de 2012

Acerca del amor




W. Dyce - Paolo y Francesca

Hay quien asegura que el amor es una virtud, al menos cierto tipo de amor, ya que es una disposición, una potencia y una excelencia, como cualquier otra virtud. Sea o no sea virtud, habrá que convenir que es la mayor causa de alegría que tenemos, que es una especie de motor que nos pone en marcha para vivir de la mejor forma posible.Difícil es definirlo y establecer su naturaleza. He aquí tres respuestas que se han dado desde los griegos, respuestas de las que podemos hablar hoy como si fuera ayer, tal es el poder de los clásicos.

El amor como éros.  En esa bella obra que es el Banquete de Platón, se van sucediendo las distintas respuestas que dan varios personajes a la pregunta propuesta sobre la naturaleza del amor. Todos esperan la respuesta de Sócrates quien relata lo que una mujer, Diótima de Mantinea, le contó. El amor es a la vez posesión y carencia, es deseo que nuca se ve realizado, puesto que no se puede desear lo que se posee, sólo se desea lo que no se posee.
Éros está ligado a la pasión y al placer, es por tanto efímero, el enamoramiento está destinado a terminar. Sentir una pasión es algo patológico.

El amor como philia. Si el deseo es carencia, la vida es un fracaso. En la medida en que uno desea lo que no tiene, nunca se tiene lo que se desea, ¿cómo va a ser alguien feliz? ¿Cómo se va a sentir realizado?Pero el deseo no es sólo carencia, también es potencia. Muchas de las cosas que hacemos es porque las hemos deseado, el deseo también nos mueve a la acción. El amor como philia está liberado de interés, se convierte en alegría, lealtad, es la amistad. No es incompatible con éros, sino que supones un ascenso del amor.

El amor como agape. Es la clase de amor más desprendida y generosa, amor universal y desinteresado. En español se traduce por caridad, palabra que ha sido muy pervertida. Es amor divino para quien cree que Dios existe, pero también es más que válido para un ateo. Es el amor universal, incluso a los enemigos. Es el amor de aquel que no procura el bien propio sin establecer el ajeno.




viernes, 7 de diciembre de 2012

Algo de Séneca





Rubens - La muerte de Séneca


Lo cierto y averiguado es que ninguno muere sin dar quejas, y ninguno hay que no se disponga a decir en el último día: "Viví y pasé la carrera que la fortuna me dio". ¿Quién hay que salga de la vida sin rehusarlo?, ¿quién sin gemir? Esto, pues, es el ser ingratos; porque no se contentan con el tiempo que les fue señalado. Si te pones a contar los días, pareceránte pocos. Considera que el sumo bien no consiste en el tiempo; séase el que se fuere, da gracias por él. No consiste la felicidad en que se te dilate el día de la muerte; porque aunque la dilación hace que la vida sea más larga, no hace que sea más dichosa. ¿Cuánto más acertado será, mostrándote agradecido a los entretenimientos de que has gozado, no contar los años de los otros, sino haciendo agradable estimación de los tuyos, ponerlos entre las ganancias, diciendo: "Dios me juzgó digno del tiempo que me dio, y esto me basta, y aunque pudo darme más, el que me dio fue beneficio suyo, no mérito mío"? Seamos, pues, agradecidos a los dioses, seamos agradecidos a los hombres, seamos agradecidos a los que nos socorren con alguna cosa, y asimismo lo seamos con los que dieron algo a los nuestros.

Séneca, De los siete beneficios.  


En una entrevista que recientemente le hizo Juan Cruz a André Comte-Sponville, preguntado el francés por su idea y aceptación de la muerte, respondió que no suponía para él problema alguno aceptarla y recordó una cita de los Ensayos de Montaigne: "Si no sabes morir, ¡no te preocupes! ¡La naturaleza te informará de ello enseguida!"

Louis Armstrong - When the saints go marching in   


sábado, 1 de diciembre de 2012

El arte de la mirada



Goya - Jovellanos (detalle)

Mirar, apartar los ojos, cerrarlos para no ver. Taparse la cara y sin embargo mirar por los resquicios entre los dedos. Mirar lo que nadie antes ha visto. Mirar lo que todo el mundo tiene delante de los ojos y finge no estar viendo. Mirar las cosas y las caras comunes y ver en ellas algo que no puede ser real y sin embargo se sabe que es verdadero, aunque tenga el aire de una pesadilla, o precisamente por eso. Mirar lo que se sabe que está prohibido aunque ninguna norma explícita lo indique así. Mirar y no esconder la mirada: confesar que se ha mirado, hacer público lo que se ha visto, aunque nadie escuche o muestre interés. Mirar y desear no haber mirado y no olvidar ya nunca. Abrir los ojos en la oscuridad y distinguir poco a poco formas que se precisan en ella y que parecen sometidas a una rápida metamorfosis. Ver algo y cerrar los ojos apretando los párpados con la esperanza de que lo que se ha visto haya desaparecido cuando vuelvan a abrirse. Mirar deseando. Mirar con los ojos atrapados por el deseo y alimentando su tormento: se mira pero no se toca; se mira, pero lo que toca y acaricia la mirada no es la piel sino el aire. Proyectar una luz poderosa contra la oscuridad y hacer que los bultos o monstruos que parecían habitar en ella se disuelvan sin rastro. Mirar de cerca lo que es aceptado como indiscutible y verdadero, hasta sagrado, y descubrir un grosero simulacro.

Antonio Muñoz Molina, El atrevimiento de mirar.  

Diana Krall - The look of love