miércoles, 23 de febrero de 2011

Un viaje exótico




 Ya no existe lo exótico, salvo nosotros mismos que somos  unos raros y unos extranjeros, como Meursault. No hay que alejarse mucho de uno mismo para imaginar cómo será alguien que viva en un país lejano. Sin querer pecar de etnocentrista no necesitamos echarle mucha imaginación al asunto pues parece que nos parecemos demasiado.
 Puccini, que era de otra época, se montó su viaje exótico que entonces daba pedigrí en esto de los viajes. Ahora ni Birmania.
Pues a Egipto que se fue Puccini, que para entonces no era moco de pavo. Y desde allí le escribió una carta a su hermana Ramelde que no tiene desperdicio. 
"Las pirámides, camellos, turbantes, puestas de sol, sarcófagos, momias escarabajos, colosos, columnas, tumbas de los reyes, barcas en el Nilo, un río que no es más que nuestro freddane agrandado, los feces, las largas batas que usan los hombres, los negros, los mulatos, las mujeres con velos, el sol, la arena amarilla, los avestruces, los ingleses, los museos, los arcos al estilo de Aida, los Ramsés I, II, III, etc., el fértil limo del Nilo, las cataratas, las mezquitas, las moscas, los hoteles, el valle del Nilo, los ibis, el búfalo, los insistentes vendedores callejeros, el olor de las frituras, los minaretes, las iglesias coptas, el árbol de la Virgen María, los transbordadores de Cook, asnos, caña de azúcar, algodón, acacias, sicomoros, café turco, bandas con flautas y tambores, procesiones religiosas, bazares, danzas del vientre, gallos, halcones negros, bailarines, derviches, levantinos, beduinos, kedives, ahebes, cigarrillos, narguiles, hachís, esfinges, la inmensa Fta, Isis, Osiris. Todos me han hinchado los huevos y el día 20 me voy de aquí para descansar un poco.
Ciao. Tu egiptólogo." 

Más claro, agua.







Puccini




jueves, 17 de febrero de 2011

El apagón






¡Cómo mola, queridos! Una pequeña acción precisa, coordinada, premeditada, voluntaria... Una pequeña acción que es nuestra lucha contra las tiranías ocultas, esos poderes que son cada vez más dominantes y menos visibles, que actúan desde la sombra pero con mucha eficacia y despotismo.
Y en la sombra hemos estado. Unos decían que 5 minutos, otros que media hora, otros que lo que fuera pero, eso sí, a las 10 pm. Encender velitas en los hogares, olvidarse de ese monstruo de la tv y charlar, charlar las familias, los amigos. Acción no violenta, cultivo de la amistad y el amor a la luz de las velitas.
Éste ha sido un apagón reivindicativo, de la lucha posible, no sé si la única, de la sociedad civil. Demostrar que aún somos alguien, que no estamos aletargados, que nos movemos, que nos queda ilusión y reivindicación.
Hay apagones y apagones. De todos, el que nos deja sin habla, es el eclipse. Se nos apaga la naturaleza. En los eclipses de sol hay algo muy extraño, inquietante, incontrolable, una noche ficticia. En los de luna también estremece ver nuestra propia sombra proyectada en el universo. Aunque existen los eclipses artificiales. O si no que se lo pregunten a alguien que conozco, cuyos hermanos le tapaban el sol con el dedo y él se moría de rabia. Lloraba y lloraba mientras sus hermanos le gritaban:
--¡Ahora te tapo el sol!
El niño se lo creía y algún trauma le costó no sólo porque la oscuridad asusta a los niños  sino también por el poder que vislumbraba en sus hermanos mayores, que les confería  una  superioridad  inmensa.
Incontrolables son los apagones urbanos, que unos aprovechan para cometer fechorías, mientras que otros los sufren en silencio temeroso. Ascensores parados entre dos pisos, calles en la oscuridad, tremendo.
Un apagón dejó helada a la población. Fue el apagón analógico. Duro, duro, especialmente en el campo, donde las personas sufren más aislamiento y dificultad para recibir ayuda. La gente veía con temor del Señor eso del apagón porque no sabía a qué atenerse. Cuando llegó, hubo quien se quedó así como ralentizado. Desesperación total, el silencio de Dios, sobredosis de mando sin saber hacia dónde zapear porque todo era negro. Y de repente, en una de esas casas de la desesperación, un viejo se levantó de su sillón, se dirigió hasta su almacén, tomó el hacha y destrozó la tv ante los gritos horrorizados de su anciana mujer.
-- ¡Toma, ya te daré yo apagón!
Los hospitales tratan de prevenir los apagones y tienen sus propios generadores. Pero una vez les falló todo, apagón general, generador que falla... Había en la UCI un recién operado del corazón a vida o muerte, se la estaba jugando, estaba que no le llegaba la camisa al cuerpo, tenía conciencia (cosa difícil, para los de los hospitales y para los paisanos), cuando oye a dos enfermeras que estaban  comentando:
-- Si no viene la luz antes de diez minutos, este señor se nos muere. 
Fueron los minutos más intensos, más trascendentes que el tal señor vivió en su vida. La luz llegó poco antes del plazo, del tiempo dilatado en el que había vivido el pánico.
Todas estas cosas recordaba la otra noche cuando me dirigía a apagar la luz. Llegué hasta el diferencial que está junto a la puerta de entrada, fui a darle al interruptor cuando sonó el timbre de la puerta. Abrí.
--Vaya sorpresa. Tú por aquí. Cuánto tiempo sin vernos.
El visitante imprevisto entró, apagué la luz y no sé cuánto tiempo duró mi apagón . Reconozco que soy una veleta y el apagón me ha cambiado, me he vuelto de nuevo vitalista, estoy que me como el mundo. Por tanto he decidido posponer la columna y el ascetismo. Decididamente la carne me llama bastante. Y en lo que a mí respecta, un apagón a la semana por lo menos. 
Ánimo colifatos, apaguemos las luces y encendamos la pasión... Reivindiquemos y amemos.








domingo, 13 de febrero de 2011

Simón el estilita



Ya lo tengo, en serio, ya lo tengo. Puesto que los humanos somos animales imitativos, ya he encontrado mi modelo ideal del todo para imitar. Se trata de un personaje bastante peculiar, por eso me gusta, porque a mí me gusta lo peculiar. Simeón o san Simón o Simón del desierto. Dejó seguidores, los estilitas, que se subían a una columna para seguir al maestro. ¡Habrá algo mas pintoresco que vivir sobre una columna! 
Simón, que había sido pastor antes que fraile, decidió pasar de la vida de la comunidad y se retiró a una cisterna primero, después a una cueva y, como no lo dejaban en paz, se construyó una columna de tres metros como su nueva morada. A medida que acudía la gente y después la muchedumbre, subía la altura de su casita hasta que alcanzó los 17 metros. Allí vivió 37 años de recogimiento. Dicen que comía una vez por semana, que inclinaba la cabeza (en un día le contaron hasta mil inclinaciones) y que jamás respondía a los insultos. Se aprendió de memoria los salmos, los recitaba para resistir las tentaciones del diablo. Recitaba también el 50: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Magnífico, pero una escéptica como yo ya se lo puede currar, porque eso del corazón puro es requetedifícil y sin ayuda extra, más.
Como me apetece no poco alejarme de las veleidades de este ingrato mundo y probar la vía del ascetismo, me estoy preparando para el acontecimiento. Dos semanas sin comer  no son la única renuncia a la carne. La que más me cuesta es la renuncia a mi profe que era más carnal que carnal. Pero hace poco iba en el bus meditativa y la vista perdida en la calle cuando algo me sacó de ese estado de abandono.
-- Es él, es él -me dije. Caminaba por la calle como una gacela. No andaba, casi levitaba a ritmo de danza. Era carne sí, pero más espíritu.
Desde entonces ya lo veo de otro modo, es algo más espiritual. Desde mi nuevo lugar estará en mi corazoncito, porque de eso se trata, de una comunión singular.
Lo que me queda es preparar mi columna. El lugar no lo diré, que ya lo tengo, pero sí mostraré algunos modelos de columna que estoy barajando. Claro que, por eso del vértigo, habré de añadirle una plataforma con barandilla. Y una escalerita de emergencia por si acaso no me va la cosa y la columna es ya demasiado alta.
No tengo yo muy claro que pueda permanecer sin responder a los insultos porque soy una picada, me conozco y a poco que me digan estalla mi personalidad apabullante. Y lo de las  tentaciones también se las trae. En fin, ya veremos... Habrá que ejercer las meditaciones adecuadas.




 




lunes, 7 de febrero de 2011

Manuscrito hallado junto a una mano

Paganini


"A mi tocayo De Caro
Llegaré a Estambul a las ocho y media de la noche. El concierto de Nathan Milstein comienza a las nueve, pero no será necesario que asista a la primera parte; entraré al final del intervalo, después de darme un baño y comer un bocado en el Hilton. Para ir matando el tiempo me divierte recordar todo lo que hay detrás de este viaje, detrás de todos los viajes de los dos últimos años. No es la primera vez que pongo por escrito estos recuerdos, pero siempre tengo buen cuidado de romper los papeles al llegar a destino. Me complace releer una y otra vez mi maravillosa historia, aunque luego prefiera borrar sus huellas. Hoy el viaje me parece interminable, las revistas son aburridas, la hostess tiene cara de tonta, no se puede siquiera invitar a otro pasajero a jugar a las cartas. Escribamos, entonces, para aislarnos del rugido de las turbinas. Ahora que lo pienso, también me aburría mucho la noche en que se me ocurrió entrar al concierto de Ruggiero Ricci. Yo, que no puedo aguantar a Paganini. Pero me aburría tanto que entré y me senté en una localidad barata que sobraba por milagro, ya que la gente adora a Paganini y además hay que escuchar a Ricci cuando toca los Caprichos. Era un concierto excelente y me asombró la técnica de Ricci, su manera inconcebible de transformar el violín en una especie de pájaro de fuego, de cohete sideral, de kermesse enloquecida. Me acuerdo muy bien del momento: la gente se había quedado como paralizada con el remate esplendoroso de uno de los caprichos, y Ricci, casi sin solución de continuidad, atacaba el siguiente. Entonces yo pensé en mi tía, por una de esas absurdas distracciones que nos atacan en lo más hondo de la atención, y en ese mismo instante saltó la segunda cuerda del violín. Cosa muy desagradable, porque Ricci tuvo que saludar, salir del escenario y regresar con cara de pocos amigos, mientras en el público se perdía esa tensión que todo intérprete conjura y aprovecha. El pianista atacó su parte, y Ricci volvió a tocar el capricho. Pero a mí me había quedado una sensación confusa y obstinada a la vez, una especie de problema no resuelto, de elementos disociados que buscaban concatenarse. Distraído, incapaz de volver a entrar en la música, analicé lo sucedido hasta el momento en que había empezado a desasosegarme, y concluí que la culpa parecía ser de mi tía, de que yo hubiera pensado en mi tía en mitad de un capricho de Paganini. En ese mismo instante se cayó la tapa del piano, con un estruendo que provocó el horror de la sala y la total dislocación del concierto. Salí a la calle muy perturbado y me fui a tomar un café, pensando que no tenía suerte cuando se me ocurría divertirme un poco.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Aclaraciones



 Hace unos días me cuestionaba la vida de las aves de corral. Me hacía una serie de preguntas que no sabía responder. A propósito de esto, nuestra querida Monvimar nos envia unas aclaraciones sobre este mundo ignoto en el que se muestra como una auténtica experta. Debido a su carácter altamente didáctico, no quiero dejar de insertarlo para que ilustre nuestras dudas sobre un tema tan trascendental.

 "Pues es un tema interesante. Constantemente me encuentro con urbanitas que piensan que del huevo, tal cual, sale un pollo, a condición de no comerlo en el acto y que pase por un periodo de incubación, relegando al macho del corral a una labor meramente de despertador y tostón mañanero.

En el tema de aves de corral, me estoy haciendo casi una especialista, no sé si conseguiré algún día avanzar en el delicado asunto de distinguir el sexo de los pollitos soplándoles en el culete. Porque cuando son grandes está claro: la que pone huevos es gallina y el que canta kikiriki y se abalanza constantemente sobre la ponedora es gallo. Ella se resiste, eriza sus plumas y le planta cara, como intuyendo que tal gallardía apenas durará unos cuantos segundos, molesta con la excesiva prepotencia del macho, "tanto ruido para tan pocas nueces" debe pensar. Los gallos, por muy gallitos que sean no pasan de eyaculadores precoces. Parece ser que el gallo necesita innumerables encuentros por la escasa satisfacción sexual que obtiene en ellos. Entonces, para la buena marcha de un gallinero casero y a fin de no estresar a las damas y que el ego del macho no sea vea mermado, es recomendable un gallo por cada 7 u 8 gallinas.

Aclarar que un gallo no es más que un pollo adulto, por si aún había dudas sobre esto. Al igual que una gallina es una pollita desarrollada. Si hay más pollos que gallos es porque los primeros se sacrifican para negocio y consumo alimenticio.
Y otra aclaración, la gallina se pone clueca, independientemente de que haya sido fecundada, es una cuestión hormonal, no de "preñez". Se puede aprovechar esta disponibilidad para que incube huevos fecundados de cualquier otra gallina.
Mi gallina Catalina se puso clueca dos veces en un año y sin haber conocido varón. En la segunda vez, nos propusimos hacer realidad sus sueños maternales y le conseguimos 7 huevos fecundados de a saber qué madres y padres biológicos. A los 21 días nacieron seis pollitos y pollitas, que ahora son 2 gallos y 4 gallinas, uno no pasó de huevo. Mi Catalina, convertida en una altruista madre de alquiler, ejemplar, estuvo pendiente de sus hijit@s en todo momento desde que inició la incubación, hasta que un buen día, con dos meses de vida, les obligó a emanciparse.
Por cierto ahora nos sobra un gallo, es precioso, con un plumaje muy colorido del rojo al azulado, si no le encontramos pronto un corral de acogida terminará en la cazuela, o ambos acabarán mal heridos en la lucha por el liderazgo y la reafirmación del ego. Otra cosa, en los huevos fecundados que no son incubados no se produce desarrollo alguno del embrión y son totalmente aptos para el consumo.

Sobre las gallinas, como sobre todo lo femenino, se ha adoptado históricamente un denigrante lenguaje sexista. No es que sean putas, es que son muy fértiles. Y de cobardes no tienen nada, os lo aseguro.

Y os dejo para terminar, un enlace con un tema musical ilustrativo"


Les Luthiers: La gallina dijo eureka 


Muchas gracias Monvimar, pero me quedo un poco intrigada por la suerte que corra el gallo sobrante. Ya nos dirás...