martes, 28 de septiembre de 2010

Père-Lachaise II


Arnold Böcklind: La isla de los muertos








Un día una mujer enloquecida bajó de un taxi. Sí queridos, un taxi en el mismísimo cimètiere. Llegó corriendo a una tumba de un señor que tenía allí su busto, y velitas y flores y todo. La enloquecida le daba besos, abrazos y lloraba desconsoladamente. El taxi la esperaba. Y después de un buen rato de alborotadas emociones (yo estaba mirando, como siempre) tal como llegó, se fue. Entonces me acerqué a ver esa tumba tan florida y era de un tipo con un nombre muy raro que fundó no sé qué. Como no me decía nada, se me olvidó. Luego supe que era un pedagogo que lo mismo se desencantó y fundó el espiritismo. No me extraña que de la pedagogía pasara directamente a los espíritus que, como salida, no está nada mal.
Pero no os he dicho aún la razón de mi aversión a este lugar. Fue a raíz de lo que me dijo un amigo a propósito del mismo:
-- ¿Has visto la tumba del joven Víctor?
-- Pues no sé...
-- Si la hubieras visto lo sabrías.
Así que en la siguiente visita busqué la famosa tumba. En mi vida he alucinado más, ni en siete que tuviera. Con una boca abierta de norte a sur, talmente como una boba, no podía dar crédito a lo que veía. La estatua en bronce de un joven yacente con enormes partes protuberantes totalmente doradas del roce. Derivé pensamientos, traté de conjeturar causas y circunstancias y pronto llegué a la conclusión de que era mi última visita a ese lugar donde hay tanto pervertido. Si queréis verlo, vais a google imágenes y ponéis: Père-Lachaise, tumba de Victor Noir. Y sacáis vuestras propias conclusiones.
Cuando me acuerdo de mi amigo parisino (que, por cierto, cada día está más raro) pienso en sus noches de insomnio. Si le da por salir al balcón a fumarse un cigarette, menudo rollo tiene devant, pues anda que no hay vida nocturna ni nada en ese cimètiere, más que en los mismísimos Champs-Elysées o en el mismo Pigalle, sin ir más lejos.



Nacha Guevara: Cambalache

lunes, 27 de septiembre de 2010

Père-Lachaise

Abelardo y Eloísa




 Os dije el otro día que había dos sitios en París a los que no volvería ni loca. Uno ya lo sabéis. El otro es el Père- Lachaise (le cimetière par excellence). Y eso que ha sido un lugar que he frecuentado y en el que he hecho largas y solitarias meditaciones (un sitio más que apropiado para raonar, queridos). Además conozco a un tipo que vive al ladito, es decir, que sales a su balcón y desde allí lo ves todo, que en este lugar es mucho.
Lo he paseado en verano y en invierno, con sol y con lluvia. Los ves, si no a todos, sí a la mayoría.
Y paseas y meditas sobre tu futuro que allí lo ves más claro que el agua. Buscas las tumbas que te dan más morbo. Una vez busqué las tumbas de Abelardo y Eloísa, que andaba yo entonces muy enrollada con la historia de estos dos, y hay que ver estos franchutes si les han dado bombo, menudas tumbas. Ahora, que les pasa como al río de Valencia. Que te vienen unos guiris, te preguntan por algún lugar y amablemente les dices que tienen que cruzar el río. Y te preguntan:
-- ¿Qué río?
Y tú que estás viendo todo el cauce y todos los puentes, pues oye, que te mosqueas y piensas que son idiotas. Aunque luego para tus adentros te dices:
-- Jo! Si tienen razón las criaturas, si es que no hay río, si es que bien pensado es bastante surrealista lo nuestro, siempre estamos diciendo:
-- ¿Dónde vas?
-- Al río.
Y nos quedamos tan panchos, como si hubiera río, estamos todos tarados.
Pues bueno, hay tumbas de esta parejita que tanto me seduce, pero sin ellos. Pero no porque estén ya hechos polvo, no, sino porque nunca han estado ahí. No sé dónde estarán de verdad, tampoco los atributos de Abelardo que tan amablemente le cortó el bestia del tío de Eloísa, no sé si los enterraría o no, porque eran los atributos de un filósofo. Qué historias...
Y luego ves una multitud y te dices: ¿A que van al Morrison? Y efectivamente, no te equivocas ni una vez. Y cuando se va la multitud y te acercas, ves aquello lleno de colillas de canutos, no de la multitud que no fuma canutos, sino de los colgadillos que  se quedan allí toda la noche cogiendo un colocón de muy señor mío.
Una vez fue una chica española y nos miró a mi amigo y a mí. Llevaba una bolsita de plástico y empezó a coger tierra y a guardarla: 
-- Es que es para mi novio que el pobre no ha podido venir y me ha pedido que se la lleve.
Qué gente, pero mira que llevarse tierra de una tumba para tenerla en la casa... me da una grima...


The Doors: The end.

Jim Morrison



 

viernes, 24 de septiembre de 2010

Beatus ille

Chagall: Les mariés de la tour Eiffel


 Cualquier tipo de ceremonia oficial me pone de los nervios, es que no lo soporto. Pero hoy se ha casado mi amigo C. con M.L. y francamente, ha sido un gustazo estar allí acompañándolos, porque se han casado enamorados, emocionados y casi iluminados.
La Coli se emociona y casi que llora porque ya nadie se casa así, ella misma no lo haría, porque es una escéptica de tomo y lomo y ya no cree en casi nada.
La gente ya no se casa mucho. Bueno, lo hace en el notario cuando firma la hipoteca, ese sí que es un lazo "hasta que la muerte os separe". Pero se casa por la costumbre, por la ceremonia, por la pasta, etc.
Y esta pareja de dos va y se casa de verdad, pero de verdad de la buena. Si esto no es emocionante ¿qué lo será?
Han tenido la suerte de encontrarse, de enamorarse, de seguir las pautas que les ha dado la gana, de ponerse el mundo por montera...
Que sí, que brindo por vosotros, amigos.

La Coli con una lagrimita de emoción.


Mendelssohn: Sueño de una noche de verano 

Mozart: Las bodas de Fígaro 

Celia Cruz: Guantanamera 

Celia Cruz: Te busco

Sonora matancera: Cuando salí de Cuba

lunes, 20 de septiembre de 2010

1789

En serio, si queréis que vayamos a París, vamos, eso está hecho, no tenéis más que decírmelo, que yo siempre estoy dispuesta. De verdad, de verdad, la Coli a París, toujours. Podemos pasear las rues, los boulevares, entrar a los baretos, comer en sitios cutrones o finolis, etc. Pero hay dos lugares a los que no pienso volver ni loca, jamais de los jamaises.
Uno es la Bastilla. El otro os lo diré otro día.
Algo se cuece en la Bastilla, algo bastante sórdido. Había pasado por allí un montón de veces sin ser consciente del riesgo que corría. Ahora cuando lo pienso, se estremece todo mi yo (unas partes más que otras).
Fue un domingo de agosto. Como todos los domingos hay mercado en la Bastilla. Paseaba tan tranquila buscando a la chica de los pañuelos bonitos (que también va al mercadito del boulevard). Llevaba mi cámara de fotos como cualquier guiri dispuesta a fotografiar lo que cayera. Enfocaba por aquí y  por allá, tratando de desvelar los secretos infranqueables de mi desconocida cámara. Y en una de éstas, mira por dónde, disparo y entonces me doy cuenta de lo que acabo de fotografiar: un señor con un puesto del terror, un puesto de chichis.
 Os digo que fue verlo y correr como no he corrido en la vida. Es que no tuve tiempo ni de pensar, me empujaba el propio pánico. Crucé el Sena, subí la colina hasta el Panteón con un susto de muerte,  tapándome con las manos las partes mismas, estaba jadeante, exhausta. Me acerqué hasta la iglesia de Saint Étienne du Mont y  me senté. El fuerte olor a incienso me fue tranquilizando poco a poco. Allí me sentía segura.
Empecé a meditar sobre lo que acababa de ver. Por más vueltas que le daba no acertaba a comprenderlo. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Qué quedó de la revolución? ¿Qué quedó del mayo? Ha pasado tanto tiempo... Y ahora venden chichis, es que no me lo puedo creer. Y eso te lleva a preguntarte de dónde los sacan, cómo los consiguen.
Pocas respuestas encuentro. Una es que puede ser que hayan enloquecido a causa del Sarkozy. Otra es que la cosa venga de más lejos, de mucho más lejos.
Si mal no recuerdo se hartaron de cortar têtes y venga têtes. Hombre, que hasta se iban las familias con el bocata de nocilla a ver el espectáculo, avec les enfants y todo... Es que... cualquiera... Luego nos preguntamos si hemos progresado o no...
Y digo yo: igual la muchedumbre se empezaba a hartar de ver siempre lo mismo, ¿no se hartarían de têtes y empezarían por los chichis para tener más audiencia?.
Pero bueno, si así fuera, ¿no debería estar prohibido maintenant? ¿Dónde están las feministas de este país que no las oigo? ¿Por qué no lo denuncian? Tanto alboroto por si hay que poner os/as y no lo hacen por el chichi que es plus important?
Francamente no lo entiendo. Pero si me pierdo, a mí que no me busquen en la Bastilla, que no vuelvo allí en ma vie. Lo que quiero es volver enterita a mi casa.







Tina Turner: River Deep Mountain High

jueves, 16 de septiembre de 2010

Verano escatológico

Además de largo y cálido, el verano ha sido escatológico. Cuando empezó ya prometía, ya. ¿Habrá quien desconozca el notición del verano? Pues sí, me refiero a lo que ya os estáis imaginando, al affaire Salinger, que no es otro que el retrete Salinger. Ni siquiera la desagradecida hija, que sacó a la luz lo más íntimo del escondido y misterioso escritor, superó a la pájara de su viuda, que ha sacado a subasta el trono de Salinger, ese lugar que no se comparte con nadie y en el que se pasa gran parte de la vida sobrellevando el peso de la soledad. Ahí uno se enfrenta a sí mismo y a sus circunstancias, incluso a las más adversas y perversas. Y ese trono íntimo sale por un millón de dólares
Si tuviera ese dinero, claro que me lo compraría. Lo haría traer desde aquel lejano y extraño país con sumo cuidado, talmente como trajeron los "Sorolla". Una vez en mi casa, llamaría a los mejores artesanos para que me lo instalaran y, una vez instalado, me sentaría y pasaría largos periodos enmimismada, haciendo largas meditaciones. Y cuando me levantara habría parido al mismísimo Holden Caulfield, hecho que daría sentido a toda mi vida.
Pero he hecho recuento de todos mis bienes. He mirado y remirado bolsos y bolsillos, incluso mi escondida hucha y tengo que deciros que no me llega: no tengo pasta, no tengo más remedio que resignarme con la copia.
No duermo. Me levanto muy pronto y empiezo una carrera desesperada por todas las tiendas de la ciudad buscando una copia lo más perfecta de la Forma original. Igual no me sale un Holden de Park Avenue y tengo que resignarme con un Johnatan de la Rambleta, pero algo es algo, porque puede ser peor: si me alejo demasiado del original, me arriesgo a parir un asesino en serie o un terrorista.
Ya veis queridos como está el asunto. Desde los tiempos de Duchamp no se había visto algo parecido. Pero entre Duchamp y Salinger hay alguna diferencia. El primero compró un urinario de serie (por tanto le era ajeno), lo firmó como R. Mutt, lo llamó Fontaine,  lo mandó a la exposición y puso el arte patas arriba .
Sin embargo el de Salinger ha visto mucho Salinger, demasiado Salinger en su mismidad. Vamos, que es otra cosa.


Crowded House: Don't dream it's over  


Salinger: Trono
Duchamp: Fontaine





domingo, 12 de septiembre de 2010

Lo que me gusta de tu cuerpo...

Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo.
Lo que me gusta de tu sexo es la boca.
Lo que me gusta de tu boca es la lengua.
Lo que me gusta de tu lengua es la palabra.

4 rue Martel
          J. Cortázar: Papeles inesperados





Uhmmmm.....
Ella Fitzgerald: Misty                          


                                                                 

sábado, 11 de septiembre de 2010

Náufragos



Hace poco un amigo me dijo que un blog es como un mensaje en una botella.
Ahora ya sé qué me llevaría a una isla desierta: papel, boli y un montón de botellas. Cada día escribiría sin ninguna intención de buscar el rescate (¿quién quiere ser rescatado y para qué?) y lanzaría mis botellas al agua para que alguien las leyera. Pasearía por las solitarias playas en busca de alguna botella que me llegara de otro náufrago desde su islita.
Este blog es el mensaje en la botella. He convertido el mes de agosto en un baúl de viejos recuerdos, de cuando me colaba en vuestros correos (que tenía su morbo, igual me lo pienso).
Saludos a todos los náufragos.
La Coli, una náufraga de toda la vida.

The Police: Message in a bottle